Crónica de «Exhumación»» de Carlos Be

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La semana pasada volví a asistir a una representación de Exhumación de Carlos Be en la Sala Tú. Ya había tenido ocasión de ver la obra unas semanas atrás y me había gustado pero sólo después de esta segunda oportunidad llegué a aprehender todos lo matices y riqueza simbólica de este complejo e interesante texto en el que el las pasiones del pasado aparecen enquistadas -como si de un ADN emocional se tratara- en lo más profundo del corazón de los personajes del futuro. Puede que la herencia sentimental se manifieste de una forma diferente en cada generación y en cada individuo, pero la semilla de la ambición, del deseo, del misterio del amor, el germen de la irresistible atracción por el poder y el mandato biológico hacia la supervivencia llamea en nuestra esencia con la misma abrasadora intensidad con la que incendiaba el espíritu de los personajes pretéritos.

Exhumación no va de lo que nos pueden contar unos huesos desenterrados sobre el pasado, no va de lo que nos puede decir una noble calavera de aquél que rellenó las óseas oquedades con su atormentada carne -aunque también-. Exhumación va, sobre todo, de la perenne inmortalidad de las pasiones humanas: cambian los nombres, los rostros, cambian los paisajes y cambian los idiomas en los que declaramos nuestro amor o aventamos los odios que nos atosigan y dominan, y, sin embargo, a través de los siglos permanece inmutable aquello que nos conmina a amar, a ambicionar, a odiar, a desear, es decir, nada de lo que lo que hace tan odiosa, y a la vez tan inexplicablemente interesante, a la ralea humana cambia.

Magníficas interpretaciones de Carmen Mayordomo, Iván Ugalde y José Gamo.

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