Crónica de «Dorian» de Carlos Be

Dorian - Cartel - Jan Pisarik

Después de unos meses de residencia en Bogotá, el dramaturgo de psique siempre agitada, Carlos Be, vuelve a Madrid para hacer, una vez más, una apuesta fuerte con un montaje que, en mi opinión, está llamado a convertirse en uno de los trabajos de referencia del autor de «Peceras», «Muere Numancia, muere», «Exhumación» o la exitosa dramedia musical «Elepé».

A este tahúr de las emociones no se le da bien ir de farol y, en lo que a «Dorian» concierne, no lo hace. El órdago es arriesgado pero también cabal, juega con buena mano. Carlos pone sobre el tapete, con su mirada inmisericorde, muchas de las servidumbres que someten a nuestra sociedad. Buen buceador del alma humana a Be no le interesan las aguas claras, solícito se sumerge hasta lo hondo para remover el fango y traer a la luminosa superficie parte de ese barro fundacional.

Apoyado en el espléndido texto de la novela cuasi homónima de Oscar Wilde, publicada en 1890, Carlos Be ha creado con «Dorian» una dramaturgia llena de nervio que actualiza la reflexión sobre el demoledor impacto que provoca el excesivo sometimiento a la belleza, y a la vanidad que, indefectiblemente, acompaña a ésta. El tema no puede ser más clásico y, por lo tanto, no puede ser más actual y más universal. Quizá, por eso, es imposible localizar a este Dorian que enseñorea su ponzoña con paradójica ubicuidad por plazuelas de Praga, Bogotá, Nueva York o Madrid.

Todos los personajes de «Dorian» -de muy variada procedencia, cultura y nivel socioeconómico-, resultarán igualmente damnificados por la letal explosión atómica que provoca la despreocupada sonrisa del engreído adolescente. Un verdadero tsunami destructor que arrollará vidas vacías agitándolas como si fueran desvalidas caracolas huecas, a merced de las embestidas de una mala mar.

Salta a la vista que Basil, Henry, Victoria, Agatha, Wolfgang, James o Sibyl buscan desesperadamente afecto genuino, a saber, eso que da sentido a la vida, que da consuelo en el camino, que compensa las decepciones y alivia las heridas; esa promesa de seguridad y de merecido respeto, pero, incapaces de reconocer en los otros las virtudes del buen compañero, se subyugan al imperio de la frívola belleza sometiéndose sumisos al descaminado argumento que sostiene que lo bello debe ser necesariamente bueno. Dorian es inmoral en su inconsciencia, en su falta de empatía, pero todos los que le aman participan de esa inmoralidad por haber querido identificar el amor en los pliegues de la carne, en la luz de una sonrisa.

Nuestras sociedades están brutalmente asfaltadas de ese falaz razonamiento. Todos los caminos nos abocan a impregnarnos de ese pegajoso alquitrán: cada vez que encendemos la televisión, abrimos una revista o vemos una película se nos invita a construir nuestro proyecto sobre muscular chapapote, a cimentar nuestra felicidad sobre el oscuro y viscoso dominio de la pasajera hermosura.

Hombres, mujeres y viceversa
«Hombres, mujeres y viceversa» un 16% de share y un millón de espectadores

Este interesante montaje no se apoya únicamente en un texto que disecciona con colmillo retorcido el universo afectivo, y moral, de los atribulados personajes, sino que, también, está favorecido por un solvente equipo de actores que se han entregado en cuerpo y alma a la arriesgada propuesta del dramaturgo y director, casi todos ellos abordando el desafío de doblar personajes muy antagónicos.

El elenco, completamente masculino, aporta a la propuesta un marcado sesgo homosexual que sintoniza con la realidad social del propio Oscar Wilde pero que, además, subraya la coincidencia entre la temática de la obra y los valores propagados por esa cultureta impuesta al colectivo gay que, sin saber muy bien por qué, preconiza, tan frecuentemente, la exaltación del hedonismo y la vanidad exacerbada.

Amor al Alcance de un clic
Amor al alcance de un click

Por su versatilidad destaco el trabajo de Javier Prieto que se enfrenta a sus dos personajes con iguales dosis de profesión y verdad. Asimismo, David González, -cuyo trabajo hemos admirado en tantas ocasiones-, demuestra en este montaje la solidez de su talento que le permite, a estas alturas, reinventarse como interprete; su primera aparición es un verdadero punto álgido de la función y su monólogo como Wolfgang es, también, uno de los momentos más memorables de esta puesta en escena. La fresca interpretación del joven actor Carlos López, como el hipnótico Dorian, es el contrapunto actoral a la experiencia y las tablas con las que Alfonso Torregrosa, ha construido su carismático, irónico y desencantado Henry. Por su parte Jorge Cabrera, además de encarnar al pintor Basil, protagonizará, con mucha habilidad, uno de los momentos más sorprendentemente eróticos que se hayan visto sobre las tablas madrileñas en el marco de una de las «fiestas barrocas» de Wolfgang.

La función está, además, aderezada con  la colaboración del grupo musical Algora que pone música a una intensa escena discotequera protagonizada por Francisco Dávila..

Tuve la oportunidad de asistir alguno de los ensayos de este montaje y, aun estando todavía en agraz, ya me resultó conmovedor y necesario. En el estreno, con el trabajo ya madurado, entendí hasta qué punto «Dorian» habla de algo que nos afecta y nos hiere a diario. Es porque creo que el teatro nos puede transformar y realmente tiene la capacidad de hacernos mejores por lo que recomiendo, sin ningún tipo de reserva, esta función que nos ofrece ese maravilloso espacio, joven pero ya emblemático, que es La Pensión de las Pulgas.

dorian

Versión y Dirección: Carlos Be

Ayudante de dirección: Pablo Martínez Bravo

Produce: The Zombie Company.

Productora: Sara Luesma

Elenco: Jorge Cabrera, Francisco Dávila, David González, Carlos López, Javier Prieto y Alfonso Torregrosa.

Cartel: Jan Pisarik

Música: Algora

La Pensión de las Pulgas

Representaciones en febrero: Martes a las 19 y 21.30 h

Representaciones en marzo: Lunes a las 20 h y martes a las 19 y 21.30 h

Teléfono de reservas: 638 752 812 (de 11 a 14 y de 17 a 20 h). Entrada: 18 euros.

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