Crónica de «Alarde de tonadilla» de Hugo Pérez de la Pica

Con el fin de preservar las artes y oficios tradicionales, a partir de 1950, el gobierno de Japón empezó a nombrar a ciertas personas o grupos que eran «portadores de bienes culturales intangibles importantes» como tesoros humanos, situándolos de esta manera al mismo nivel que los lugares de gran valor cultural que son designados como tesoros nacionales.

Por estos lares, sin embargo, nos conformamos con tener una final «española» en la Champions League…

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«Tres morillas» zéjel de transmisión oral fronteriza © Laura Torrado

Preservar su acervo cultural debería ser un objetivo de todas las sociedades pues, solo desde el respeto a las manifestaciones artísticas del pasado podremos construir un discurso vigoroso y fresco pero consecuente con la tradición en la que nos hemos desarrollado. Hay poca o ninguna ganancia en la ruptura y mucho provecho en la mirada curiosa al talento de los que nos precedieron.

Con Alarde de tonadilla, Hugo Pérez de la Pica, artista total y creador inclasificable, vuelve a realizar una labor de contextualización de expresiones musicales tradicionales que, si no de un completo olvido, sí adolecen de un injusto desprestigio debido al uso y abuso que hizo el poder durante los 40 años de dictadura y al desinterés que ha mostrado la sociedad en los cuarenta años que llevamos de democracia.

La variada y rica canción tradicional española, que tanto gustaba a Federico García Lorca, ha desaparecido casi completamente de nuestro horizonte cultural. Su hija díscola y groserona, la copla, con todas las taras de las que adolece un arte vulgarizado, es la única expresión que de tarde en tarde se cuela en un Talent Show televisivo donde, presentada entre la actuación de un mimo aficionado y un equilibrista novato, solo sirve para confirmar el prejuicio y convencernos de que que el olvido que soporta es a la vez justo y necesario.

TonadillaEn el discreto y encantador Teatro Tribueñe, Pérez de la Pica, quien consiguió la proeza de mantener siete años en cartel su fascinante Por los ojos de Raquel Meller nos invita ahora a sumergirnos en un mundo delicioso y fino de ritmos y géneros servidos en la hermosa sucesión con la que se ordenan las flores de la guirnalda: farruca, seguidilla, canción aragonesa, fandango, pasodoble, jota, bulería, vals, zapateado, chotis y hasta canción tradicional sefardíNo la puso su madreo el antiquísimo zéjel de temática erótica y de tradición oral fronteriza de las Tres morillas pieza que armonizaría y grabaría Lorca junto a La Argentinita en su álbum de 1931 Canciones Populares Antiguas.

 POR LOS OJOS DE HUGO PÉREZ 

El montaje es sobre todo una experiencia de inmersión en un universo de belleza extinta a la que el taumaturgo Pérez de la Pica resucita en su frescura gracias al aliento de su artística mirada. La puesta en escena, que trasciende de largo lo puramente musical, epata desde que se alza el telón y nos encontramos con el primer «cuadro».  Y es que la tonadilla pasada «por los ojos de Hugo Pérez de la Pica» se convierte en un lienzo barroco de vivos colores, de arreboles de luz de luna impresos en trajes exuberantes y deliciosas danzas de majos seductores y pícaros. Todo organizado con el hilo conductor de la poesía de métrica libre y regusto popular del autor y director de montaje.

Alarde de tonadilla es un trabajo delicioso empapado de arte que, a pesar de la riqueza escénica, está imbuido con el encanto de una función de compañía de teatro ambulante y, como en tal, hay diferente niveles de ejecución. En ese sentido destaco la presencia escénica y la gracia de Badia Albayati, la voz vintage de Helena Amado y la pujanza del baile de Raquel Valencia.

Como cualquier propuesta artística hay que enfrentarla con la mente y corazón abiertos. Propongo que se dejen de lado los prejuicios y que, para encontrar este oro viejo enterrado, nos entreguemos a escuchar con actitud curiosa el hálito de un pasado musical y literario que fascinó a tantos grandes de nuestra cultura.

Con galardón oficial o sin él, Hugo Pérez de la Pica, es un portador de bienes culturales intangibles. Un artista libre bendecido con iguales dosis de libertad y genio que debe ser objeto de atención de cualquier aficionado a las artes escénicas.

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FICHA ARTÍSTICA

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© Laura Torrado

Candela Pérez
Raquel Valencia
Helena Amado
Badia Albayati
Alberto Arcos
Ana Peiró
José Luis Sanz


MÚSICA

Mikhail Studyonov (Pianista)
Tetyana Studyonova (Pianista )


FICHA TÉCNICA

Dirección y dramaturgia Hugo Pérez de la Pica
Dirección musical Mikhail Studynov
Coreografía Juan Mata / Raquel Valencia / Alberto Arcos / Hugo Pérez de la Pica
Escenografía Santiago Martínez Peral
Diseño de iluminación Hugo Pérez de la Pica / Miguel Pérez-Muñoz
Ayudante de dirección Antonio Sosa
Realización de vestuario Milagros Sánchez / Concha Morillas / Carmen Rodríguez de la Pica / Carmen Bravo
Asistente de producción Eloísa López
Diseño gráfico Paula Sánchez
Agradecimientos ArteFyL


DURACIÓN Y FUNCIONES

2 horas con una pausa

Domingos a las 19:00 desde el 2 de octubre.


LOGÍSTICA

Teatro Tribueñe
c/ Sancho Davila 31
Bus 12, Metro Ventas y Manuel Becerra

INFORMACIÓN Y RESERVAS: 91 242 77 27
Venta de entradas:
Entradas.com
Entradas ABC
La taquilla abre 1 hora antes de cada espectáculo

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Crónica de «Por los ojos de Raquel Meller» de Hugo Pérez de la Pica

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Por los ojos de Raquel Meller” Fantasía musical de Hugo Pérez.

Lo primero, la luz: Un sutil envolverse en un aura del pasado que inunda la hermosa puesta en escena. Un claroscuro como un preciso destello que apela a nuestra mirada que mansa se dirige hacia el centro de emoción.

Después, de inmediato, se repara en el color (que no deja de ser más que luz aprehendida por nuestros ojos): El derrumbe de una ladera de flores vertidas sobre el escenario a los pies de la genial artista. Los incontables vestidos, como enormes corolas, junto al exceso de los maquillajes y la miríada de ornamentos componen un óleo expresionista atiborrado de tonalidades donde se ha plasmado el encanto perdido de teatros de antaño.

La mirada sensible: Manteletas, botonaduras, borlas, flecos, madroños, cintas de seda y mantillas, canciones de modistillas, encajes y bordaduras.

Un túnel del tiempo, un catalejo, bien cargado de futuro, apuntando hacia el pasado; una mirada curiosa impregnada de nostalgia que desvela una hermosura ya retirada a su escondrijo, como el ave delicada que espantada se refugia en la espesura del bosque.

No es esta una belleza sugerida, sino más bien un sentirse arrollado por un tren colmado de delicias, un inundarse en perfume de cestos de violeteras. Una propuesta de un preciosismo artesanal, que ya nos es desconocido y ajeno, que sólo podría haber sido recuperado por un artista dotado de una imaginación inabarcable. Hugo Pérez se ha sumergido en manantiales recoletos, en fuentes olvidadas y nos ha servido un agua de verde musgo y fría piedra que de verdad refresca el paladar abotargado por tanto trago clorado.

Además, la mirada inteligente, la mirada del humor. Y hay mucho humor en esta obra, y muy bien transportado por, entre otros, Rocío OsunaChelo OlivaresCarmen Rodríguez de la Pica y un icónico Iván Oriola que estoico y, siempre digno, se entrega dócil al yugo, a veces disparatado, del exigente dramaturgo-director, para mayor lucimiento del espectáculo.

La carcajada frecuente se convierte en explosión de interminable onda expansiva en momentos como la difícil, pero logradísima, escena de la película, que evoca fidedignamente el peculiar traqueteo-parpadeo del cinematógrafo de principios del siglo XX. La escena divertidísima del pasodoble “Valencia”, la delirante lectura de la elogiosa carta que Sarah Bernhardt dedica a Raquel Meller y el glorioso número de las lagarteranas.

La emoción, Quizá uno de los grandes aciertos de la propuesta es que no se trata de una biografía historicista de la Meller, que, por muy necesaria que ésta sea, hubiera limitado el interés a un público nostálgico de su arte. Muy al contrario “Por los ojos de Raquel Meller” es un recorrido por el imaginario escénico de este país en el que se tratan universales recurrentes como el éxito, el olvido, el amor y el desamor, el fracaso, la frustración, la envidia, etc. Conceptos que son entendidos por públicos sensibles de cualquier edad e inclinación artística. La carga emocional está también muy b ien repartida entre los personajes, aunque hay que destacar a la Raquel Meller del ocaso interpretada magistralmente por Irina Kouberskaya quien también es la responsable de un emotivo homenaje a Charlot.

Y la música: La música es el hilván que da coherencia y sentido a los diferentes paños que componen este rico espectáculo. Mikhail Studyonov, encargado de la dirección musical, ha sido el complemento perfecto a la fecunda creatividad visual de Hugo Pérez. En esta función al piano estuvo, siempre vibrante, Tatiana Studyanova. En cuanto a las golondrinas precursoras hay que ponderar el heroico trabajo de Maribel Per que deslumbra con un estudiado registro lleno de matices pretéritos, un timbre vintage acertadísimo, la afinación siempre correcta e inexistentes signos de agotamiento vocal a pesar del notable esfuerzo al que se ve sometida la protagonista. Per se alza como uno de los pilares en los que se sostiene el éxito prolongadísimo de este montaje que ya lleva siete años en cartel.

También hay que destacar la gracia picarona de la atractiva Badia Albayatiposeedora de una belleza vocal que corona todos sus demás virtudes interpretativas.

El gigante: Hugo Pérez tiene la capacidad, la inspiración, la sensibilidad, la inteligencia y el ojo abierto para captar y desvelar la belleza escondida; la humildad para mirar hacia atrás buscando la genialidad de los que nos precedieron; el ánimo para abordar empresas ambiciosas y la inusual valentía para ir contracorriente. Bajo la pátina arcaizante y folclórica de su propuesta hay una gran modernidad y una necesaria reivindicación de lenguajes incomprensiblemente olvidados. Por haber sido capaz de encontrar su estilo, por su arte no contaminado, por su generosa aportación a la cultura, por todo ello, Hugo Pérez es imprescindible y los que hemos tenido la suerte de descubrir su trabajo no somos otra cosa que bienaventurados.

En septiembre 2013 este espectáculo podrá verse, en gran formato en el Teatro REINA VICTORIA de Madrid

Dirección musical: Mikhail Studyonov
Compañía: Tribueñe
Autoría: Hugo Pérez
Dirección: Hugo Pérez

Reparto:
Maribel Per: Raquel Meller
Irina Kouberskaya: Raquel Meller (mayor), Bella Niebla, Charlot
Rocío Osuna: Tina Meller, Jerónima Salomé de Cabestreros…
Badia Albayati: Mariquita, Stra. Zumaya, Vicetiple…
Carmen Rodríguez de la Pica: Isabel López, madre de la artista, Eugenia de Montijo
Chelo Vivares: Sra. Roser, Jacarandina, Sarah Bernhardt…
Iván Oriola: Enrique Gómez Carrillo, Álvaro Retana…
Interpretación musical: Tatiana Studyanova Pianista