Crónica de «El señor Ye ama a los dragones» de Paco Bezerra

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Actualización 17 de febrero de 2016: El señor Ye ama alos dragones recibe ocho nominaciones a los premios MAX Entre otras, opta a Mejor espectáculo de teatro parael Teatro Español y a Mejor autoría teatral para Bezerra. Además, está nominado a Mejor composición musical para espectáculo escénico para Luis Miguel Cobo, Mejordiseño de espacio escénico para Monica Borromello, Mejor diseño de vestuario para Elisa Sanz, Mejor diseño de iluminación para Felipe Ramos, Mejor actriz protagonista para Gloria Muñoz y Mejor actriz de reparto para Lola Casamayor.

Cuando en julio de 2014 Juan Carlos Pérez de la Fuente asumió la dirección artística del Teatro Español se planteó como principal obejtivo: «preservar y consolidar el principal teatro de Madrid con respeto absoluto a su trayectoria histórica como bien cultural extraordinario y en diálogo permanente con la sociedad del siglo XXI». «Es la gran casa del teatro madrileño, español y universal, un espacio dinámico y plural, abierto a todas las voces de nuestra dramaturgia y a todos los creadores que configuran el hecho teatral».

Atendiendo a esta  prometedora predisposición se antoja que es un buen ejercicio de coherencia el que, de la mano del nuevo director, jóvenes valores del panorama escénico español encuentren, por fin, el lugar que les corresponde entre la variada oferta de los espacios escénicos municipales. En ese sentido, contar en el integrador proyecto de Pérez de la Fuente con alguno de los trabajos de Paco Bezerra –Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Literatura Dramática, (2009) y Premio Calderón de la Barca (2007), entre otros galardones– era una decisión bastante lógica.

El señor Ye amaba los dragones
El señor Ye amaba los dragones

Partiendo de una antigua fábula china ‘El señor Ye amaba los dragones‘ (叶公好龙 –yè gōng hào lóng–) cuya versión prêt-à-porter castellana podría ser algo así como «Dios nos libre del día en que nos conceda lo que le pedimos», Bezerra nos sumerge en un microcosmos de portal de vecinos en donde conviven realidades sociales separadas por miles de años. De la misma manera que el clásico advertía que a todo viajero que se aproxima a una villa le reciben dos ciudades (una para los ricos y otra para los pobres) en el edificio ideado por Bezerra los españoles viven separados de los desfavorecidos chinos por varios pisos –los que van del cómodo ático al lúgubre sótano– y más de 2.900 años, es decir los que separan sus respectivos calendarios.

El señor Ye ama a los dragones aborda en tono de comedia temas profusamente tratados en dramaturgias anglosajonas (racismo, aculturación, dificultad de integración, paternalismo occidental, etc.) que, por lo general, son escasamente explorados en dramaturgias españolas (olvido que ya por sí mismo resulta muy significativo). El texto, en el que, sin cargar demasiado las tintas, también se advierte una cierta intención moralizante –ahora lo llaman karma– , resulta ágil, oportuno, y divertido con una conclusión que es más un «¡zas, en toda la boca! chino» que una verdadera moraleja. A pesar de estar escrito en clave de costumbrismo crítico no abunda en lo pedagógico sino que el autor opta por subrayar los detalles grotescos y humorísticos, si bien en ocasiones el humor ha sido perfilado con una brocha algo más gorda de lo que a mi gusto personal le apetecería. Completando la sugerente receta introduce el elemento siempre perturbardor de una densa y obcecada niebla que, aunque podría parecer un extemporáneo homenaje a Stephen King, hace en realidad mención a un evento meteorológico extremo que, fruto de la altísima contaminación que sufre la ciudad, se produce con relativa frecuencia en Beijing.

Pantalla de amanecer virtual en la plaza de Tiananmen (Photo by ChinaFotoPress/ChinaFotoPress via Getty Images)
Pantalla de amanecer virtual en la plaza de Tiananmen
(Photo by ChinaFotoPress/ChinaFotoPress via Getty Images)

El equipo actoral está capitaneado por dos pesos pesados cuyas interpretaciones suponen, sin lugar a dudas, uno de los puntos fuertes de esta propuesta. Gloria Muñoz y Lola Casamayor, están extraordinarias en sus respectivos papeles de presidenta de la comunidad meticona (perdón por la redundancia) y de vecina con desorden alimentario aquejada de horror vacui. Junto a ellas, dos actrices chinas, Chen LuHuichi Chiu como la némesis oriental y trabajadora de las dos zánganas españolas.

La benéfica dirección, a cargo del siempre inspirado, Luis senoryedragones_fotosergioparra_004Luque (recordemos sus gloriosos trabajos en Diario de un Loco o en la memorable Ahora empiezan la vacaciones del propio Bezerra) deja su impronta en las solventes interpretaciones del equipo con una Gloria Muñoz de expresión tan elocuente que bien podría hacer suya la proclama de Sunset Boulevard ‘With one look‘, Ya saben: Con una mirada puedo romperte el corazón… Acertadísima también la idea de Luque de aplicarle estilizados gestos de coleoptera a esta vecina que tanto tiene de cucaracha.

En un montaje en el que el simbolismo está muy presente la intervención de Mónica Boromello enriquece la propuesta con una estructura que hace las veces de escalera (y ascensor) del edificio, y que a la vez es un homenaje a la Gran Muralla China, una muralla que aquí separa la vida y el destino de occidentales y orientales, pero que debido a la aparición de un escurridizo personaje misterioso unos y otros se verán forzados a recorrer..

Y si todos estos elementos ya parecen suficientes para hacer una buena propuesta, me reservo para el final tres aportaciones que hacen que la factura de este trabajo pueda recibir el adjetivo de impecable. Me refiero, por un lado a la vistosa iluminación a cargo de Felipe Ramos realizada con sensibilidad en inteligencia; a la magnífica música de Luis Miguel Cobo que rema siempre a favor de la trama y que transporta al espectador al estado de ánimo que exige el guion y, por último, el brillante trabajo audiovisual de Álvaro Luna, una intervención muy drástica que, sin embargo, no resulta invasiva, dotando al montaje de contenidos eminentemente simbólicos que resultan realmente sugestivos. Personalmente me pareció absolutamente hipnótico el momento del coro que me recuerda el energético ritmo del coro de la noche de la ópera de John Adams ‘The Death Of Klinghoffer’.

En resumen, un estupendo rato de teatro (de eso se trata); una propuesta de acabado formal extraordinario con un texto que aborda un tema de actualidad sin la pretensión de hacerlo con el solemne estilo de la encíclica o el manifiesto social con lo que resta en profundidad lo suma en accesibilidad e inmediatez del mensaje.

Dramaturgia

Paco Berzerra

Dirección

Luis Luque

Reparto

Gloria Muñoz (MAGDALENA)
Chen Lu (SEÑORA WANG)
Huichi Chiu (XIAOMEI)
Lola Casamayor (AMPARO)

Ficha artística

Escenografía Mónica Boromello
Diseño de Luces Felipe Ramos
Diseño de Vestuario Elisa Sanz
Composición musical Luis Miguel Cobo
Diseño de videoescena Álvaro Luna
Ayudante de Dirección Hugo Nieto
Ayudante de escenografía Deborah Macías
Ayudante de videoescena Elvira Ruiz Zurita
Fotografías Sergio Parra
Realización de escenografía Escénica Integral
Confección de vestuario Sastrería Cornejo
Diseño de cartel Justo Flores

Fecha: Del 18 de marzo al 3 de mayo de 2015
Sala Naves del Español – Sala Max Aub
Horario De martes a sábado, 20.30h. Domingos 19.30h.
Precio Entradas 18€. Martes, miércoles y jueves 25% dto.

 

Dossier de la obra pincha aquí

 

Crónica de «La Tigresa y otras historias» de Dario Fo

 

la tigresaRasgar la nada de un escenario vacío y volver a encender ese negro silencio, de cráter de volcán dormido, es una ceremonia que, a fuerza de elementos técnicos y artificios escenográficos, ha perdido parte de su misteriosa taumaturgia. Solo a veces, el milagro de la resurrección del gesto y la palabra sobre el escenario recupera su genuino carácter dramático.

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Julián Ortega en «La tigresa»

Hace unos meses, en la desaparecida sala El Sol de York pude presenciar uno de esos momentos de misteriosa transformación de lo oscuro en un universo vibrante de luz incandescente, valiéndose únicamente de la fuerza del texto, el gesto y la intención. Y surgieron esas palabras, como gotas de incandescente lava fueron lanzadas al aire para iluminar el teatro, la noche y el mundo. Sí, porque aunque a veces se olvida, un único buen actor puede iluminar la noche.

Este veterano montaje, vuelve ahora a la capital y podremos disfrutarlo durante el mes de febrero en el Teatro del Barrio.

Desprovisto de todo elemento escénico pero armado de un potente texto lleno de sarcasmo e ironía y pertrechado con un control absoluto del gesto y el movimiento Julián Ortega fue el demiurgo encargado de construir una columna de 100.000 hombres caminando hacia la libertad. Levantó con el preciso movimiento de sus brazos arrozales de verde intenso, sobrevolados por grullas y patos salvajes, y convocó, desde el escenario, al eco del fatigado lamento de la miríada de caminantes que, de improviso, inundaron la sala sala como una legión de anhelantes.

Por el siempre afable camino de las comedia vemos aproximarse a una particular tigresa. El intimidante felino exige primero nuestra ayuda, pero luego, recompensa lamiendo nuestras heridas. El animal resulta ser un exigente compañero, pero también, un aliado poderoso que, a la postre, será capaz de sacar a la superficie la fiera que todos llevamos dentro. Y es que el tiempo en el que los pueblos se vuelven tigres es aquel mismo en el que a los poderosos les castañetean los dientes.

La exposición del pedagógico mensaje de Dario Fo se presenta recubierta del encanto narrativo de los contadores de historias de Djemaa el-Fnaa; del hermoso talento enamorado de los trovadores europeos o de los contadores de mitos del Asia rural –el propio autor contaba que escuchó, por primera vez, esta historia en China ya que le fue contada por un campesino con la ayuda de un traductor–. Sin embargo, la historia de la tigresa está lejos de ser un inocuo entretenimiento de bardo trotamundos. Las palabras son dardos que contienen una sutil crítica a un régimen que nació con grandes expectativas.

Sin el elemento irónico resultaría un poco paradójico que un texto que reflexiona sobre la necesidad de despertar el poder adormecido de los pueblos usase como metáfora de este resurgimiento los eventos de la Revolución China, cuando en el tiempo en que fue escrito el relato, 1979, ésta ya había alcanzado el pináculo de su gigantesca abominación tras iniciativas de consecuencias catastróficas para la población como fueron El Gran Salto Adelante o la infame Revolución Cultural dirigida específicamente contra la cultura y los intelectuales chinos. En cualquier caso, el mensaje del relato no pierde vigencia, todo lo contrario, especialmente en un tiempo dominado por la podredumbre moral de los gobernantes –y de no pocos gobernados– como el que vivimos ahora.

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Julian Ortega como el Niño Jesús

Después de «La Tigresa» y tras una breve pausa comienza las segunda de las historias de la noche «El primer milagro del Niño Jesús». Relato escrito también 1979. Para mí supuso el momento más interesante de la noche. Con una jugosa encarnación deliciosamente sacrílega del Hijo de Dios que en una de las primeras escenas aparece comiéndose las moscas que caza con las manos para saciar el hambre y a la vez conjurar el aburrimiento. El relato, que el autor sugiere haber sacado de algún improbable  evangelio apócrifo,  presenta un niño que hoy en día sería diagnosticado rápidamente como patológicamente carente de cualquier atisbo de inteligencia emocional. Su torpeza social. unida al excepcional don de la milagrearía, sirve el conflicto en bandeja. El actor, ataviado con una hilarante media máscara, se trasforma en un personajillo de afectos disfuncionales, que me hizo reír sin parar durante toda la pieza, pero, sobre todo, en el delirante diálogo entre Dios Padre y el pequeño cretino cuando, colmada Su infinita paciencia, Dios Omnipotente, sabiéndose incapaz de meter en vereda a su tozudo vástago le increpa vencido: «Bueno, mira, haz lo que quieras porque contigo no hay quien pueda».

Dédalo

Con el tercer relato, «Ícaro y Dédalo», Dario Fo y Julián Ortega nos llevan a territorio clásico. Se trata también de un texto de cargado sentido metafórico en el que la intención del autor de intentar despertar la capacidad de reflexión del espectador es evidente. En el texto se presentan dos actitudes ante la injusticia en el mundo: volar, huir lo más lejos posible o quedarse e intentar arreglar las cosas.  De nuevo el actor hace acopio de una infinidad de recursos y, con una muy flamígera exposición, nos conduce a través del laberinto y nos alza por los aires en un vuelo en el que tendremos que decidir si lo mejor es escapar de una realidad que no nos gusta o, por el contrario, estamos conminados a quedarnos e intentar transformarla.

En resumen, es estimulante encontrar una propuesta que apela a nuestra imaginación, que enardece nuestro pensamiento y que, sin ningún lugar a dudas provoca la reflexión.  Una función divertida para los que prefieran un teatro de entretenimiento e imprescindible para los que busquen propuestas con aprovechamiento intelectual.


 

Coordenadas:
Teatro del Barrio

7 – 28 febrero

Dominos de Febrero a las 20,30h

12,00 € a 14,00 €
Entradas aquí

Ficha:

Equipo artístico:

Autor: Dario Fo
Intérprete: Julián Ortega
Dirección: Jose A. Ortega

Equipo técnico:

Iluminación: Felipe Ramos
Traducción “La Tigresa”: Carla Matteini
Traducción “Otras Historias”: Joan Casas
Realización Máscara: Miriam Ratés (Vidas de Alambre)
Vestuario: itx
Diseño Cartel: Gerard Magri
Fotografías: Chicho
Producción: Gloria Muñoz y José Antonio Ortega (Producciones Teatrales Colaterales S.L.)


 

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