Crónica de «La mujer del monstruo» Frinje Madrid 2015

la mujer del monstruo

«Dime con quién andas y te diré quién eres» reza el castizo adagio que en su versión escénica podría ser algo como: «Dime quiénes te han hecho y te diré si me apetece ir a verte».

Que La mujer del monstruo iba a ser una de las propuestas más interesantes del Frinje Madrid​ 2015 lo supimos desde que se anunciaron los nombres de los creadores que iban a liderar el proyecto. En efecto, Salva Bolta,​ en la dirección e idea original y Alberto Conejero,​ conformaban un tándem demasiado atractivo para que esta función pudiera pasar de largo y, debido a este magnetismo, muchas personas interesada en ver el montaje se quedaron a las puertas ya que las cuatro funciones resultaron insuficientes para satisfacer el interés que había generado al proyecto.

Génesis de proyecto
Partiendo de una idea original de Salva Bolta se organizó un taller, a través de Frinje, para reflexionar sobre «…las oscuras y apasionantes contradicciones de la condición humana». Se pretendía investigar sobre el misterio profundo de la relación entre el amor y el horror, y más concretamente, sobre las relaciones sentimentales que se fraguaron entre mujeres aparentemente normales y criminales de guerra o/y dictadores en el convulso siglo XX europeo. Procede hacer notar que desde su génesis la propuesta tuvo una magnífica acogida ya que se recibieron muchas más solicitudes que las quince plazas disponibles.

Metodología de trabajo
Conejero arrancó el taller con unas actividades dirigidas a desmenuzar las herramientas dramatúrgicas, los cimientos filosóficos y las biografías de estas mujeres singulares, sugiriendo enfoques no frontales, a través de las reflectáforas –algunas de ellas muy eficaces como los níscalos de Carmen Polo o la música de Abba en el texto sobre Elena Ceaucescu–, azuzando pero también salvaguardando la originalidad del estro de cada uno de los participantes. También fue propuesta del autor de ‘La piedra oscura‘ abordar la construcción de los personajes desde la técnica del «biografema» tal y como lo describe Barthes como aquel hito biográfico, rasgo o inflexión puntual que ilumina una vida pero que a la vez tiene autonomía ficcional.

Alberto también apuntó hacia algunas de sus preocupaciones como dramaturgo, a saber, que el lenguaje goce de una materialidad poderosa, que no se adoctrine al espectador y, sobre todo, que desde el escenario, no se pretenda ocupar el espacio de la política o la academia para conjurar el peligro de caer en la deriva panfletaria, sobre todo en este caso en el que se abordan las biografías de unos personajes tan comprometidos políticamente.

Acabado el taller los participantes tuvieron tres días para elaborar sus trabajos y de las quince propuestas recibidas los organizadores seleccionaron las cinco que se han presentado en el Frinje.

El montaje de esas cinco propuestas estaría dirigido por un Salva Bolta que ha realizado, en tiempo récord, un monumental trabajo de artesano –labor improba omnia vincit– para dotar existencia y corporeidad a lo que estaba esbozado en el papel.

El resultado
El ritmo desenfrenado de trabajo de estas últimas semanas –como hemos visto un taller intensivo, apenas tres días para presentar los textos y unos pocos días más para ensayos–, han resultado sorprendentemente fructíferos pues, si bien en algunos aspectos las piezas representadas no tienen aún su punto idóneo de sazón, lo cierto es que la función que tuvimos la oportunidad de presenciar estaba llena de matices y aciertos que dejaban entrever el ingente esfuerzo al que se han enfrentado técnicos, actores y, por supuesto,  el coordinador y el director.

Destaco, creo que muy justamente, la hermosa iluminación, obra de Luis Perdiguero, que consigue evocar el diferente espacio en el que se desarrolla cada una de las historias; el magnífico vestuario de la siempre fiable Guadalupe Valero, así como todo el trabajo de caracterización y peluquería que se ha enfrentado con éxito a retos tales como hacer que Ana Wagener resultase una  Carmen Polo convincente.

En cuanto los textos hay que decir que cada uno ha transitado de una forma diferente por la peculiar biografía de estas mujeres de vida peculiar. Hago a continuación un pequeño comentario de cada uno de los textos.

AL FONDO
TEXTO.....Paula Iwasaki
NADIA STALIN.....Eva Rufo
Eva Rufo
® Fotografía Blanca Serrano

La actriz y autora Paula Iwasaki para la elaboración del personaje ha decidido enfocar hacia dentro, construyendo una Nadezhda Alliluyeva a partir de su estado anímico interíor. Es ésta una mujer victimizada por los agravios de un Stalin que aparece aquí definido básicamente en su dimensión de marido despótico y cruel, quedando, por lo tanto, la dimensión política del mandatario homicida casi completamente velada para el público. Es, por esa mirada hacia dentro, por lo que el texto tampoco nos da ninguna información sobre la terrible situación económica y política de la URSS en la fecha fatídica del suicidio de Nadezhda. Partiendo de unos datos históricos tratados como biografemas, Iwasaki construye un hermoso episodio lírico-onírico que servirá de antecámara al momento del suicidio. Así, la anécdota de un Stalin juvenil rescatando a la pequeña Nadia de un fortuito ahogamiento se convierte en la semilla de la que germinará –en la cabeza de Nadia– una potente imagen de muerte en vida. Una fantasiosa ensoñación que, junto con la mención a sus recurrentes cefaleas, nos dibujan un boceto del estado mental y emocional de la protagonista

La única pista que recibimos sobre la alta responsabilidad política que ostenta el maltratador y el único reproche sobre sus expeditivos medios de gobierno, se encuentra en una reveladora frase que la protagonista pronuncia momentos antes de consumar el suicidio: «…por eso que nos quitemos de en medio por nuestra propia mano te aterra porque te recuerda que el asesinato es patrimonio de cualquiera y no solo del Estado».

La magnífica actriz Eva Rufo ofreció un atribulado personaje de carne y hueso, un ser profundamente compungido y decepcionado que camina con paso enérgico hacia su fin. Una interpretación honesta y llena de verdad que recibió una merecida ovación del público.

PIGMENTO
TEXTO.....Nieves Rodríguez Rodríguez
MARGHERITTA SARFATTI.....Amparo Vega-León

Margherita
® Fotografía Blanca Serrano

Nieves Rodríguez construye una Margheritta Safartti capaz de crear a su monstruo, Benito Mussolini, a través de un dibujo. En cierto modo la reflectáfora es perfectamente consistente con la historia, ya que, la escritora y crítica de arte de origen judío, había desasnado años atrás al activista dándole así unas herramientas sociales que, con el tiempo, le permitirían llegar a hacerse con el poder en Italia. Con una prosa rica en fíguras pero algo estática, una Safartti taumaturga resucitará al Duce con un lienzo y un pincel.

Al igual que en el caso de Nadia Stalin, apenas hay reproches al hombre político por decisiones que afectasen a los otros, las únicas recriminaciones serán hacia las decisiones de las que ella misma ha sido la víctima: «Frente a ti la mujer expulsada por el dictador de Italia…». Este mirar para otro lado es consecuente con la patológica psicología de unas mujeres que decidieron ‘no ver’ en tanto en cuanto las decisiones políticas de sus amantes no les afectasen directamente.

Amparo Vega-León en el escenario acomete el difícil reto de presentar a su personaje en desnudez de cuerpo y alma. Quizá el riesgo ha pasado factura y la propuesta adolece de cierto envaramiento que no favorece la comprensión del texto. Quizá con otra propuesta o más horas de ensayo se habría conseguido un resultado más depurado.

LA MADRE CÓSMICA
TEXTO.....Sergio Martínez Vila
CARMEN POLO.....Ana Wagener
carmen polo
® Fotografía Blanca Serrano

La madre cósmica es, de los cinco textos, el único en el que la mujer del monstruo tiene un reverdecimiento tras la muerte del verdugo. Es más, el deceso del dictador disparará el mecanismo que va a poner en marcha el proceso de transustanciación metafísico de Doña Carmen. La soporífera burguesa de provincias que había languidecido al lado del «canijo», no era más que una forma de vida latente, una resistente espora en hibernación a la espera –como el alien de Riddley Scott– de  la llegada de las condiciones favorables que le permitieran despertar de su letargo para acometer, por fin, su fecundo proyecto reparador. La sociedad española envilecida al calor de las urnas, sufrirá el correctivo de manos de esta mujer mitad Gran Hermano, mitad avispa reina dispuesta a poner las cosas en su lugar. A diferencia de las otras mujeres de monstruos, la Carmen Polo que ha pergeñado Sergio Martínez Vila, no vive por y para su monstruo, es más, solo cuando el dictador reposa atrapado bajo el peso de una gigantesca cruz, es cuando ella puede revelarse como el ser ambicioso y fanático que realmente es y, ataviada con la negra mantilla de luto «porque soy decente», podrá propiciar el giro de la rueda de la fortuna que haga que vuelva a sonar en su tocadiscos la zarzuela de los cuarenta –al menos– años de bonanza.

De todas las dramaturgias presentadas en este taller, ésta es la que ha volado más libremente y la que, partiendo de una descripción del personaje muy pegada a la tierra, lo ha estirado hasta llevarlo a una dimensión de galáctica frescura.

El joven Sergio Martínez Vila, de quien pudimos ver recientemente un magnífico trabajo, Periodo de reflexión, se afianza como una de las voces nóveles más prometedoras de la efervescente escena madrileña.

La interpretación hipnótica y afinadísima de Ana Wagener convirtió esta breve pieza en un delicioso caballo al galope que transporta a uno de los personajes más plúmbeos de la historia reciente de España desde el sopor de la capilla al brillante relumbrón de una pop star.

MARÍA MAGDALENA
TEXTO.....Carlos González Otero
MAGDA GOEBBELS.....Isabelle Stoffel (y colaboración de Antonio Escribano)
Magda Goebbles
® Fotografía Blanca Serrano

Magda Goebbels, condecorada por Hitler como la mejor madre del Tercer Reich, asesinó a sus seis hijos pequeños porque quería evitarles la inaceptable opción de vivir en una Alemania que no fuese nacionalsocialista. Después de semejante acto hizo lo único que podía hacer, quitarse la vida junto con su marido.

Un acto tan brutal, cuyo exceso desafía la capacidad humana de comprensión, oscurece evidentemente cualquiera otro hito de su existencia. Sin embargo, alabo que Carlos González Otero haya eludido –más allá de una didascalia que no se siguió en el montaje que vimos en el Frinje– este episodio atroz, primero porque no descubriría gran cosa del personaje ya que el episodio del multifilicidio es harto conocido y, por otro lado, porque se desviaba del objeto del taller, es  decir, de la relación de la mujer y el monstruo.

En este sentido es coherente centrarse en la atracción –si es que no fue verdadero amor– que sintió Magda hacia Hitler desde los años del ascenso al poder de éste. Por supuesto la Goebbels aparece en comunión perfecta con la política de Hitler. Los reproches por el holocausto no están aquí (ni se les espera).

Carlos González Otero ha ideado una escena  caníbal en la que, acompañados por la melodía de la ‘Muerte de amor’ de la Isolda de Wagner, Magda está a punto de devorar el cadáver del Führer para que su maternal vientre sea el receptáculo en donde el cuerpo adorado quede resguardado de los previsibles expolios del invasor extranjero.

Isabelle Stoffel es, en el rasgo y la dicción, una Magda Goebbles hermosa y convincente que, sin embargo, adolece de cierta monótona intensidad en la exposición del discurso lo que compromete el interés del espectador por el texto. Posiblemente cuando el montaje esté más ensayado, aparecerán más matices interpretativos que permitan aflorar a su vez toda la lírica del relato.

SANTA ELENA DE TODOS LOS POLÍMEROS
TEXTO.....Xabier López Askasibar
ELENA CEAUCESCU.....Natalie Pinot
La Mujer del Mounstruo
® Fotografía Blanca Serrano

Xavier López Ascasibar ha ideado su pieza sobre Elena Ceaușescu en clave de farsa. Farsa fueron, al fin y al cabo, su expediente universitario y sus aspiraciones académicas. Como señaló uno de sus profesores: «…sus exámenes fueron eventos teatrales en los que nadie le presentaba una pregunta científica». De las cinco mujeres de monstruo presentadas en esta muestra ella es la única que fue un monstruo por méritos propios. Prueba del odio que cosechó es que en su fusilamiento recibió 110 balas mientras que a su esposo «solo» le alcanzaron 10.

El divertidísimo texto presenta a una Ceaușescu feliz y jacarandosa ensayando a ritmo de ABBA el discurso de aceptación del premio Nobel de química con el que espera ser galardonada. En un megalomaniaco episodio de autobombo Elena ataca el más delirante discurso en el que la ‘científica’ expone sus méritos académicos –dejando al descubierto discurso algunas de las grandes meteduras de pata que cometió en la vida real como su incapacidad para recordar la verdadera sintaxis de la fórmula química del agua– para terminar integrando en el memorándum la letra en español del tema ‘Waterloo’ de ABBA.

La pieza, salpimentada con palabras en rumano y enérgicas amenazas a sus colaboradores, describe a la Ceaucescu como la zorra descerebrada, amoral y sanguinaria que seguramente fue en la vida real.

Natalie Pinot magníficamente caracterizada aborda con solvencia y comodidad el código de la farsa. Divertida, precisa y bien medida construye otro de los personajes más aplaudidos de la velada.

COMITÉ DE BIENVENIDA
TEXTO.....Sergio Martínez Vila
comité de bienvenida
® Fotografía Blanca Serrano

 IDEA Y DIRECCIÓN…..Salva Bolta

AYUDANTE DE DIRECCIÓN…..Manu Bañez

COORDINACIÓN DRAMATÚRGICA…..Alberto Conejero

ILUMINACIÓN…..Luis Perdiguero

VESTUARIO…..Guadalupe Valero

PRODUCCIÓN…..FRINJE15, Producciones Judas Tadeo

 

Crónica de «Penal de Ocaña» de Nao d’amores

ocaña javier herrero banner
Foto: Javier Herrero

Los pasos vacilantes de unos pies menudos atravesando espantados la soledad de un pabellón apisonado de fría oscuridad invocan el recuerdo imposible de una guerra que solo conocemos a través de otro recuerdo, el que quedó estampado en el mirar desamparado de unos abuelos en cuyas frentes juveniles Marte había garabateado surcos de derrota y miedo. El eco de un horror lejano apenas intuido en el mohín resignado de los que, en la edad de las promesas, fueron atropellados por la descarrilada locomotora de la política española de principios del siglo XX.

Mª Josefa Canellada
Mª Josefa Canellada

Y en ese eco vacío de ciudad asolada una trémula sombra de mujer enorme se proyecta sobre el fondo de la sala: una pequeña mujer gigante henchida de vida arrebatada que, con obstinada determinación, desafía a la muerte con su arsenal de flores blancas, aromas de naranja y la tierna remembranza del amigo con el que aventó versos lusos.

La vida de María Josefa Canellada en tiempos de guerra tal vez no fue tan diferente a la vida de otras muchas jóvenes de su edad. Su brillante actividad académica –el hecho que podría resultar más excepcional teniendo en cuenta que se trata de una mujer de principios del siglo pasado-  quedó en suspenso y, apremiada por la urgencia del presente, profesó, con la generosa vocación de una mística, como enfermera en un hospital de sangre de Izquierda Republicana.

No veo que este texto pretenda ser una relación de los hechos sobresalientes de la protagonista, aun cuando buena parte de lo que relata rezuma excepcionalidad, pero ¿qué vida bajo el rigor de los obuses no está familiarizada con una épica doméstica? Tampoco intuyo que haya intencionalidad hagiográfica en esta dramaturgia, a pesar de que la directora, Ana Zamora, sea la nieta de María Josefa Canellada de quien parece haber heredado el arrojo artístico. No, por lo que doy gran valor a la dramaturgia es porque advierte, muy vehementemente, sobre la infamia de la guerra en la que, a pesar de las proclamas belicistas, nunca hay vencedores. Todos, al menos en algún aspecto (emocional, cultural o económico), resultan vencidos. Guerra es sinónimo de enorme derrota.

Eduardo García
Foto: Eduardo García

Y con todo lo que primero llama la atención de esta propuesta es la formidable belleza del texto, la pericia inusitada en el uso de nuestro idioma, el despliegue de palabras elegidas con acierto impecable para mayor lustre del mensaje que se comparte. Mensaje que es servido entreverado de realidad familiar y es, por eso, por lo que los estragos de la guerra quedan convenientemente subrayados. Esto último es muy necesario porque no podemos negar que hay algo perverso en el estatismo de los libros de historia que tratan de las guerras. Libros que transmiten una impresión parecida a la que nos produce observar a un feto humano metido en una ampolla de formol: se percibe una desgracia antigua pero, al mismo tiempo, es difícil sustraerse a cierto sentimiento de fascinación hacia el «monstruo». La realidad, por el contrario, no deja lugar a la duda, nada hay de fascinante en el triste negocio de la destrucción de los semejantes.


PENAL DE OCAÑA:

María Josefa Canellada, que según Cela ya era sabia en la veintena, llevó en un cuaderno diario un emotivo registro de sus vivencias durante el primer año de la Guerra Civil. En este texto salpicado de consideraciones muy juiciosas y de melancolía doméstica quedó testimonio de la trasformación que la maquinaria odiosa de la guerra produjo en su ser. Este diario, que fue publicado por primera vez –en forma de novela- en 1954, ahora se presenta como una conmovedora dramaturgia que supone la primera incursión de la emblemática compañía Nao d’amores, especializada hasta la fecha en teatro medieval y renacentista, en un texto contemporáneo.

En este diario quedó testimonio de la clarividencia de su protagonista para, a los veinte años, ser capaz de protestar con firmeza la raquítica verdad que se descubre cuando la maraña ideológica es despojada de la palabrería y del sentimiento de agravio. Alejada de las proclamas partidistas, de los odios aventados y de las revanchas prometidas, María Josefa Canellada aparece, sobre todo, como una militante del partido del género humano.

También resulta especialmente reconfortante rescatar, a través del relato de sus vivencias, la idea de aquella intelectualidad progresista que volvía la vista con admiración indisimulada a los logros culturales españoles en el pasado. Tal vez se sabían ellos mismos una consecuencia de los trabajos de los pintores, los músicos, los literatos o los santos-poetas que poblaron abundantes el solar hispano. Esta enseñanza es especialmente balsámica en un momento en que denostar nuestra cultura y nuestra historia -como un todo- es un entretenimiento favorito de los que creen abanderar la vanguardia ideológica.


EL MONTAJE:

Con respecto al montaje quisiera destacar el absoluto acierto de la dirección que, tal vez por respeto a su propia trayectoria como compañía, ha sabido asimilar algunas convenciones gestuales y físicas del teatro prebarroco a la construcción del personaje. Esto facilita cierto beneficioso alivio de una intensidad dramática que, con otros criterios de dirección, podría haber resultado abrumadora.

Se me antoja necesario destacar la bellísima iluminación, a cargo de Miguel A. Camacho y Pedro Yagüe, que siempre rema a favor del texto y que evoca con especial acierto desde las noches de vigilia de la entrañable enfermera a los momentos de conformidad o las explosiones de efímera alegría.

Por último, la música, que es la otra gran protagonista de este montaje, interpretada al piano por Isabel Zamora impregna la función de un profundo carácter melancólico no ajeno al secular fatalismo español.

En resumen, una dramaturgia de texto luminoso –para hablar de oscuridades–, que lejos de lo que se pudiera pensar reafirma la fe en el género humano, capaz de lo peor, pero también de lo más elevado. Una propuesta necesaria que cuenta con todos los elementos que se pueden exigir a un montaje para ser llevado a un gran teatro donde el público, de forma masiva, pueda disfrutar de todo este talento y reflexionar con las intensas vivencias de este ser humano tan especial.

Foto: Javier Herrero
Foto: Javier Herrero

Este es, sin duda, el teatro que envenena, el que hace aflorar la esperanza, el que nos conmueve y nos motiva, y el que nos apremia a intentar ser mejores.


FICHA:

Autora: MARÍA JOSEFA CANELLADA
Dramaturgia y Dirección: ANA ZAMORA
Interpretación: EVA RUFO
Interpretación Musical: ISABEL ZAMORA
Vestuario: DEBORAH MACÍAS
Escenografía: DAVID FARACO
Selección, arreglos y dirección musical: ALICIA LÁZARO
Músicas: FALLA, CHOPIN, SCHUBERT, PONCE, COUPERIN, LÁZARO
Iluminación: MIGUEL A. CAMACHO / PEDRO YAGÜE
Voz y Palabra: VICENTE FUENTES
Diseño y Realización del suelo: RICHARD CENIER
Producción: GERMÁN H. SOLÍS
Coordinación Técnica de la producción: FERNANDO HERRANZ
Ayudante Artístico y Foto de cartel: PILAR PEÑALOSA
Ayudante y Técnico de Iluminación: ANTONIO SERRANO
Realización de Vestuario: ÁNGELES MARÍN / DEBORAH MACÍAS
Realización de Escenografía: PURPLE- SERVICIOS CREATIVOS, DAVID FARACO, CLEDIN- ART,
LIBRIS ENCUADERNACIÓN
Fotografía: EDUARDO GARCÍA / PILAR PEÑALOSA


FUNCIONES:

– Del 20 de abril al 8 de mayo Madrid en la Sala José Luis Alonso del Teatro de la Abadía

Entradas: aquí

Dossier: aquí