El estreno de una pieza de un autor tan prolífico y laureado –Premio Nacional de Literatura Dramática, Premio de Honor de las letras catalanas, etc.–, como es el catalán Josep Maria Benet i Jornet, es siempre una buena ocasión para ir al teatro. Si, además, el montaje está dirigido por un miembro de una de las compañías más interesantes del teatro nacional como es el kamikazeIsrael Elejalde, la cosa se va poniendo seria y si, para completar la faena, los intérpretes son tan solventes como Juan Codina y Victor Clavijo entonces la cita es inexcusable.
Soterrani(2006) es una pieza dramática escrita en catalán que como otras tantas de este autor fue posteriormente traducida al castellano (y a otras lenguas como el checo). Se trata de un thriller en clave actoral de tour de force estrenado en la Sala Beckett de Barcelona donde recibió una gran acogida. El estreno absoluto de Sótano en Madrid no contó con una respuesta memorable por parte del público, pero sí cosechó excelentes críticas de los medios especializados hacia el trabajo de los actores y del director. Este estreno tuvo lugar allá por el año 2009 en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. En aquella ocasión el propio Elejalde fue uno de los protagonistas de la obra que ahora dirige en La Pensión de las Pulgas.
El texto aborda desde una contención formal muy efectiva y una cadencia pausada –tanto que a veces llega a resultar opresiva para el espectador– temas tan subjetivos e irracionales como la culpa, la redención por el castigo, el daño, la mentira y la muerte, pero, sobre todo, nos habla de la cara más oscura de la naturaleza humana. Temas espinosos que se dilucidarán a través de secretos y oscuridades del alma que serán desenmarañados mediante un desafío dialéctico que, a simple vista parece un enfrentamiento en pista de tenis, pero cuyas intencionalidades profundas son realmente pugilísticas. Una visión despiadada del ser humano que el espectador, atrapado por la trama, vive con comprensible congoja.
A pesar de la presión del estreno los intérpretes dieron muestra de su gran solvencia. Víctor Clavijo hizo gala de una envidiable abundancia de recursos interpretativos. Juan Codina estuvo muy correcto dejando ver que a medida que el montaje vaya estando más rodado irá ganando en matices y se subsanará el leve atoramiento razonable en una función tan delicada como la primera.
Expuestos como estamos a encontrar en el teatro muchas voces descuidadas, monocromas o/y monocordes, mal proyectadas o simplemente planas; voces que están ahí porque tienen que estar, pero que no apoyan al actor en la construcción del estado anímico del personaje ni dan pistas al espectador sobre las intenciones de éste, es un verdadero bálsamo disfutar con buenos actores que, además de tener una gestualidad precisa, saben transmitir también con la voz. Cuando el buen trabajo vocal permite al espectador ver una escena con los ojos cerrados sin perder la esencia de lo que está pasando porque la información sobre las emociones llega nítidamente a través de las inflexiones, el timbre o el cambio de color de la voz –y no sólo a través del volumen– la experiencia teatral es mucho más intensa y la verdad de la farsa se hace casi incontestable. El trabajo que hace en ese sentido Víctor Clavijo es superlativo tanto a nivel declamación, como proyección y uso inteligente e intuitivo de las herramientas interpretativas que ofrece la voz. La declamación, es también estupenda tanto en Codina como en Clavijo (se advierte aquí el trabajo de dirección de alguien tan riguroso en ese aspecto como es Elejalde).
En cuanto a la dirección creo que a nivel actoral es impecable pero sí considero que, tal vez, Elejalde se plantee cambiar alguno de los movimientos de los actores y sus marcas ya que, debido a las especiales características del espacio, en algunas escenas los actores quedan fuera de foco para parte de los espectadores durante demasiado tiempo (escenas en la puerta, sillón, etc.).
Resumiendo una cita teatral que sí o sí tiene todo para convertirse en un gran éxito de público. Otro gran acierto de programación de este espacio joven pero cada vez mejor asentado.
LUNES, MARTES y MIÉRCOLES del 26 de MAYO al 18 de JUNIO, siempre a las 20h – 15€
Las razones para no perder la oportunidad de ver este estupendo «Misántropo» son innumerables, pero, por motivos prácticos, en esta crónica he escogido solo seis razones para dejarlo absolutamente todo y correr al Teatro Español a ver «Misántropo»
1) De lo nuevo y lo viejo:
En una de las más memorables arias de la ópera «Los Maestros Cantores de Nuremberg» el sensato poeta y zapatero Hans Sachs hace una trascendente reflexión sobre la evolución del arte, o mejor dicho, sobre la imperiosa necesidad de evolución a la que están sometidos todos los lenguajes artísticos. Profundamente conmovido, y desconcertado, por la heterodoxia con la que un joven cantante ha interpretado su pieza, el maestro cantor, todavía subyugado por la emoción, exclama para sí:
En esta frase, aparentemente sencilla, se esconde un principio básico del desarrollo cultural: Conseguir que las preguntas de siempre, las que se hacen todas las generaciones, vuelvan a formularse de una manera que parezcan cuestiones novedosas.
La adaptación que ha hecho Miguel del Arco de un texto “viejo” de Molière presenta un lenguaje artístico moderno, muy sugerente para el espectador de hoy en día, si bien, también ha sabido preservar el legado de las reflexiones que el autor planteó a las audiencias del siglo XVII subrayando con ello su vigencia. Por otro lado, no se ha descuidado la belleza formal del texto -un aspecto que no siempre se respeta en las adaptaciones se textos clásicos que se hacen en este país-, «Misántropo» despliega un uso brillante de un idioma que se entrega al público laboriosamente labrado.
Aunque la visión que «Misántropo» ofrece de la sociedad supone en sí misma una enmienda a la totalidad, los personajes no se muestran como un todo homogéneo sino que cada uno posee una personalidad bien definida; tiene motivaciones diversas y sigue pautas de actuación propias. Tampoco se trata de personajes unidimensionales pues muestran comportamientos complejos en los que parece advertirse un único denominador común: A pesar de estar instalados en la frivolidad todos parecen seguir siendo sensibles al amor, o al menos, todos ellos muestran deseo de ser amados.
Alceste, el misántropo, representa una opción extrema de rechazo social. El desafío no es pequeño para el actor (Israel Elejalde) ya que le toca defender a un protagonista cuya actitud hostil hacia el contacto humano, que recuerda extraordinariamente a la deprimente pose ‘semper dolens’ de John Dowland, le hace resultar bastante antipático. Su impracticable deseo de una honestidad brutal tampoco le convierte en el perfecto candidato para ser el alma de las fiestas. El espectador solo siente empatía hacia él cuando, herido, muestra su frustración por el amor no suficientemente correspondido.
Celimena (Bárbara Lennie): Es frívola, superficial y bastante estúpida, pero, para desgracia de sus muchos admiradores, su juventud y hermosura la envuelven en un aura que proyecta virtudes que en absoluto posee.
Filinto (Raúl Prieto): Es el personaje más razonable. Pragmático, trata de mantenerse el equilibrio entre su disgusto por la hipocresía social y la necesidad de suavizar la verdad para no atraer sobre uno mismo el odio de los demás.
Elianta (Miriam Montilla) amó tiempo atrás a Alceste y desde la frialdad de su nueva relación con Filinto observa con envidia el afecto genuino que su antiguo amante profesa a Celimena Es tal vez el personaje que se presenta más melancólico y vulnerable.
Arsinoé (Manuela Paso): Moralista, rencorosa, manipuladora e hipócrita, es decir, un regalo para cualquier intérprete y hay que constatar que Paso ha aprovechado hasta el último matiz haciendo un trabajo apabullante.
Clitandro (José Luis Martínez): Si lo pillan en la sede de algún partido político le dan despacho y libreta para llevar las cuentas o manga ancha para gestionar los ERE. El personaje más dolorosamente actual de todos.
Oronte (Cristobal Suárez): A pesar de que este personaje fue creado por Molière, podría ser perfectamente el producto televisivo de un brainstorming de los directivos de Mediaset. Vacuo e injustificadamente pagado de sí mismo, su absoluta carencia de talento no le impide gozar de un amplio predicamento en una sociedad falaz de la que él es el indiscutible epítome.
3) La política no el mitin
La crítica política tiene que estar presente en un texto cuya intención es diseccionar con afilado escalpelo las debilidades del comportamiento humano. Así lo ha entendido Miguel del Arco quien nos ofrece algunas escenas que, sin manipular el sentido del texto original, conectan con nuestra realidad inmediata. Cuestiones como el arribismo, la falta de ética, la retórica falaz de los políticos, la corrupción o la ambición desmedida son fielmente retratadas en una propuesta que, sin embargo, no cae en el aburrido tono mitinero que encontramos en tantos otros trabajos que abordan estas cuestiones. Actitudes, o incluso, personajes que hoy en día salen a diario en los informativos son perfectamente reconocibles en este «Misántropo» que ha sabido reflejar algunas de las servidumbres que afectan a la casta dirigente sin caer en la tentación de presentar al resto de la sociedad como unas inocentes ovejitas de conducta irreprochable.
4) La confrontación de las dos reinas
Teatralmente creo que hay pocas cosas que funcionen mejor sobre un escenario que una enganchada dialéctica entre dos mujeres competidoras. Esta incuestionable preferencia por las broncas femeninas puede deberse a que, mientras los choques entre hombres evolucionan, por lo general, rápidamente hacia la violencia física, en el caso de ellas –menos impulsivas, más hábiles con el uso del lenguaje y, posiblemente, más perseverantes en el rencor– los mamporros verbales suelen ir convenientemente acolchados en modales de seda. Sin embargo, no hay que engañarse, la punta de los dardos estará fieramente afilada y su intención será inequívoca, indefectiblemente irán dirigidos al que, en un mundo machista como es el nuestro, es el punto débil femenil: Su honra.
Fotografía de Eduardo Moreno
En mi opinión, este brillante enfrentamiento entre la bella y licenciosa Celimena (Bárbara Lennie) y la ambiciosa y moralista Arisoné (Manuela Paso) es uno de los dos momentos más divertidos de la función.
La escena se estructura mediante dos monólogos sucesivos, en los que, con la excusa de una noble preocupación por la reputación de la otra, cada mujer destroza, inmisericordemente, a su oponente. Será en las respectivas contrarréplicas cuando la pátina de urbanismo se vaya diluyendo y aflore con cruel sinceridad lo que cada una piensa realmente de la otra. El clímax de la lucha se alcanza con una memorable frase de Arsinoé –que provoca un estallido de aplausos en el patio de butacas- en la que reprocha a su amiga, con incomparable mala leche e ilimitada gracia, su comportamiento licencioso: «Señora, yo cuando me arrodillo con la boca abierta es para dar gracias a Dios»
Podría ver esa escena veinte veces y seguir disfrutándola. La Arsinoé de Manuela Paso, con el punto justo de afectación melodramática, resulta hipnótica y la reacción rápida y viperina de la Celimena de Barbara Lennie es digna de protagonizar un reportaje de felinas en el Discovery Channel.
Abro un pequeño apartado para los muy fans de las peleas de gatas, para recomendar dos escenas memorables que ofrece el género operístico: Por un lado el dueto « Via resti servita» entre Marcelina y Susanna del primer acto de «Las bodas de Fígaro» en el que, con gran elegancia, se despachan llamándose vieja y puta respectivamente, mientras superficialmente insisten con cortesía en darse preferencia en el paso.
Y, en segundo y último lugar, la monumental escena de la confrontación de las dos reinas de la «Maria Stuarda» en la que ambas acusan a la otra de ser una puta (previsible) y, como aquí, además, compiten también por los derechos dinásticos aprovechan para llamarse “bastarda”. Aquí os dejo un enlace a la potente «Figlia impura di Bolena!»
5) La coreografía
Resulta difícil destacar algunos aspectos de un trabajo que es en sí irreprochable en su conjunto, pero si me gustaría comentar que uno de los más sobresalientes aciertos de «Misántropo» es el magistral trabajo de movimiento de actores. La cuidada coreografía, firmada por Carlota Ferrer, va más allá de lo meramente estético o de un simple alarde de maestría en la expresión corporal, sino que se conforma como un potente elemento simbólico. En algunos momentos el movimiento se ralentiza y los personajes parecen convertirse en una extasiada procesión de bacantes. Una comunión que Alceste (Israel Elejalde) observa desde fuera con buscada distancia e indisimulada reprobación. Unos personajes que evolucionan por el escenario llevados por la corriente de sus propias pasiones y de su interdependencia.
Fotografía de Eduardo Moreno
Tuve la suerte de ver hace meses la segunda función de «Misántropo» tras su estreno absoluto en Avilés. Pues bien, en aquella ocasión a pesar de que el proyecto apenas acababa de echar a andar, el trabajo coreográfico estaba ya completamente pulido. Hasta el punto de que, en este sentido, no he visto variación alguna entre aquel pase y el que vi en Madrid hace unos días. Esto da una idea del nivel del alto nivel de exigencia que se impone este equipo
6) El trabajo técnico
Por último, me gustaría destacar un aspecto formalmente muy atractivo que es el trabajo audiovisual con imágenes llenas de simbolismo y carga poética siempre al servicio de la trama. Me impactaron especialmente las escenas soledad, de desintegración y de sombras. De nuevo lo que se podía haber quedado en una simple ostentación de poderío tecnológico y medios económicos resulta un elemento catalizador de las emociones que invaden al espectador. Otro acierto del montaje, uno más, este de la mano de Joan Rondón y Emilio Valenzuela. Asimismo hay que celebrar la estupenda escenografía de Eduardo Moreno, la hermosa iluminación de Juanjo Llorens y el magnífico, y no pocas veces divertido, vestuario de Ana López.
Dirección
Miguel del Arco
Compañía
Kamizake Producciones
Reparto
Alcestes Israel Elejalde
Filinto Raúl Prieto
Oronte Cristóbal Suárez
Celimena Bárbara Lennie
Clitandro José Luis Martínez
Elianta Miriam Montilla
Arsinoé Manuela Paso
Colaboración especial (voz tema musical Quédate quieto) Asier Etxeandía
Ficha artística
Versión y dirección Miguel del Arco
Ayudante de dirección Aitor Tejada
Escenografía Eduardo Moreno
Iluminación Juanjo Llorens
Sonido Sandra Vicente (Studio 340)
Música original Arnau Vilà
Coreografía Carlota Ferrer
Vestuario Ana López
Vídeo Joan Rodón y Emilio Valenzuela
Cartel Rodón & Moreno
Fotografía Eduardo Moreno
Materiales promoción Cultproject Músicos grabaciones
Saxos y clarinete Pep Poblet
Trombón Albert Costa
Trompeta Marçal Muñoz
Guitarra Marc Quintillà
Voces Carles Torregrosa
Guitarra Javier Vaquero
Batería Checho Soler
Contrabajo Àlex Soler
Estudios de grabación Studio 340 Ten Productions
Producción ejecutiva Jordi Buxó
Dirección de producción Aitor Tejada
Ayudante de producción Léa Béguin
Auxiliar de dirección Daniel de Vicente
Auxiliar de escenografía Lorena Puerto
Coordinación técnica Mariano García
Técnico de luces Nacho Vargas
Técnico de sonido Enrique Calvo
Construcción de decorado Peroni y Esfumato
Transportes Cultural Transport
Administración Santiago del Arco
Fechas y horarios: Del 23 de abril al 22 de junio
De martes a sábado 20h. y domingo 19h. A partir del 1 de junio horario de verano: de martes a domingo a las 20h.
16. Teatro Adolfo Marsillach. San Sebastián de los Reyes
30.- Teatro Circo. Murcia
DICIEMBRE
Del 13 al 15.- Teatro Calderón. Valladolid
2014
ENERO
10 y 11.- Teatro de Rojas. Toledo
17 y 18.- Palacio de Festivales. Santander
24 y 25.- Teatro Alhambra. Granada
31.- Teatro Central. Sevilla
FEBRERO
1.- Teatro Central. Sevilla
20.- Teatro Auditorio. Cuenca
MARZO
Del 20 al 23.- Teatro Arriaga. Bilbao
ABRIL
30.- Teatro Español. Madrid
MAYO
—- Teatro Español. Madrid
JUNIO
Hasta día 15.- Teatro Español. Madrid
27 y 28.- Teatro Cuyás. Las Palmas de Gran Canaria
Equipo artístico
Israel Elejalde
Bárbara Lennie
José Luis Martínez
Miriam Montilla
Manuela Paso
Raúl Prieto
Cristóbal Suárez
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Ficha técnica
Dirección y Versión
Miguel del Arco Diseño de sonido
Sandra Vicente Diseño de iluminación
Juanjo Llorens Escenografía
Eduardo Moreno Vídeo
Joan Rodón Música
Arnau Vilà Vestuario
Ana López Producción ejecutiva
Aitor Tejada
Una producción de Kamikaze Producciones en coproducción con Teatro Español de Madrid y Teatro Calderón de Valladolid y la colaboración del Teatro Palacio Valdés de Avilés