Crónica de «Pingüinas» de Fernando Arrabal

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@Javier Naval

Diez moteras de tomo y lomo, (‘diez que cabalgan juntas’ que diría Almodóvar); diez gamberras preservadas en una edad estupenda organizando un anacronismo de agárrate y no te menees. Y es que, insolentes a Cronos, ha elegido cada una de las parientes de Cervantes la edad de su capricho –debe ser que cuando nos enfrentamos a la eternidad el tiempo resulta, ¡más que nunca!, relativo–. A tal respecto, Luisa, la hermana monja –Ana Torrent– que cada vez que abre la boca suelta una perla, sentencia: «El tiempo no tiene realidad ni equilibrada ni objetiva».

Diez que son muchas otras cosas más de lo que pretenden ser: arquetipos, modelos, discutidoras, bolleronas deslenguadas de rompe y rasga que a mí –con permiso de Arrabal y de Pérez de la Fuente– se me antojan mucho más ‘quijotAs’ que ‘cervantAs’.

Estás protomusas aceleradas que aguijonearán al público –desde el minuto uno– como un enjambre de avispas cabreadas ensaetando al respetable con un frenético ametrallar de proposiciones plagadas de escatología, astrofísica, mecánica cuántica, filosofía, alta teología, informática y referencias pop en el entorno web.

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Pingüinas pánicas refocilándose en el acoso a Luisa de Belén la pingüina monja @Javier Naval

Pérez de la Fuente le hizo a Arrabal un encargo teatral para conmemorar el cuadringentésimo aniversario de la muerte de Cervantes. Sobre la presencia del Príncipe de los Ingenios en el texto resultante, –Pingüinas–, podríamos glosar al tabernero de ‘La vía láctea‘ de Buñuel que, cuando advertido de que las enseñanzas del párroco se muestran inútiles para convencer al escéptico gendarme sobre la presencia efectiva de Cristo en la hostia, con pragmatismo de hombre de mundo se deja de disquisiciones bizantinas y espeta: ‘Yo, desde luego, estoy convencido de que el cuerpo de Cristo está en la hostia, al igual que la liebre está en este paté‘ (mostrando a los contertulios una jugosa bandeja de liebre patetizada). Cervantes se muestra esquivo en Pingüinas…esquivo, pero omnímodo como la liebre estrujada en el paté.

Por sus obras los conoceréis‘ (Mateo 7:16)
Si bien las referencias meramente biográficas no son muy abundantes en el montaje –aunque haberlas haylas–, el autor está muy presente en las alusiones a sus obras, en las menciones a sus personajes y en las idealizadas intenciones que las Pingüinas atribuyen a ‘Miho’ (apelativo familiar con el que nombran al excelso pariente). Destacado ejemplo de lo primero es la repetición en las Pingüinas de la mistificación que sufren Don Quijote y su escudero en el episodio de la burla de los duques. Las Pingüinas serán tentadas a una aventura espacial, a un viaje celeste en una ‘cosmonave’ (metáfora de la internet) tan amañada y falsa como el caballo de madera Clavileño el Alígero en el que fueron zarandeados –a un palmo del suelo– el hidalgo y su escudero. Arrabal aquí deliciosamente irónico propone que el engaño del viaje a la Luna lo ha organizado la televisión, lo dirige la Directora de programación, alias ‘la Dolorida’ y se perpetra a través de internet. Los dos medios de comunicación más emblemáticos del siglo XXI, tienen, por lo tanto, el mismo poder atontolinador que los libros de caballería que turbaron el raciocionio del caballero. Y si Don Quijote terminó confundiendo su vida con aquellas fantasías que leía en los libros de caballería, las pingüinas también padecen similar tesitura. Luisa reprende a Torreblanca «…lo mezclas todo. Confundes tu vida y la tele con…»

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Gustave Doré. Don Quijote y Sancho Panza cruzando el firmamento a lomos de Clavileño.

Don Quijote y Sancho son de nuevo fielmente evocados en el diálogo que, sobre el abuso de los dichos, mantienen Luisa y Torreblanca. La analogía es tan grande que casi procede la exposición sinóptica:

En El Quijote:

–.Don Quijote a Sancho: «¡O maldito seas de Dios, Sancho! dijo a esta sazón Don Quijote. Sesenta mil Sataneses te lleven a ti y a tus refranes; una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormenta … Dime: ¿Dónde los hallas, ignorante; o cómo los aplicas, mentecato? Que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase».

En Pingüinas:

–.Luisa a Torreblanca: «¡No más ‘dichos’! Muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródiga con tus jodidos dichos –que me soliviantas–… Que te vas de la mano al decir tus requejodidos, –perdón–, dichos. Pero me parece que contigo es predicar en el desierto. Y castígame mi madre, y yo trómpogelas».

Otras referencias, –las más sugerentes– no son ni mucho menos tan directas. Algunas le son servidas al espectador tan desestructuradas y retorcidas que es delicia jugar a desentrañarlas. ¡Qué buen teatro el que espolea al espectador!

Tal vez el teatro nunca podrá evadirse completamente de lo obvio, Fry ya dio la clave en el duodécimo episodio de la primera temporada de Futurama titulado ‘Cuando los extraterrestres atacan‘: «Las cosas ingeniosas hacen que el público se sienta estúpido y las cosas inesperadas le dan miedo».

Por eso en nuestra cartelera teatral vemos a tantos personajes sacados directamente del telediario, mostrados groseramente reconocibles, huérfanos de la generosidad de un autor que desee elevarlos con el lustre de una pátina artística. Hay autores –incluso salas– empeñados en ofertar esos montajes sobre lo exasperadamente inmediato. Esas propuestas no persiguen ni un dialogo con el espectador, ni tampoco pretenden sugerir preguntas, tristemente se conforman con mostrarle al público lo que ya conoce o insistirle en lo que ya cree. No es –creo yo–  teatro valiente, el que a tan poco se atreve. Es teatro acomodaticio, mortecino, prescindible.

Es, precisamente, en el descoloque que provoca el estilo enigmático y desaforado de Arrabal en donde reside, para mí, el tesoro de su estilo. Como trae muy a cuento Luisa: «El misterio de la creación es creíble porque no es racional. En latin: ‘credo quia confusum‘: creo en él porque es confuso». ¿No sería precisamente este el más apropiado e incontestable lema de este montaje?

Las reflexiones del autor abarcan muchos campos. Por ejemplo, Arrabal le da un buen repaso a la teología cuyos principios pone en boca de Luisa de Belén, la única de las pingüinas cristiana –la única obscenamente determinista– (las demás son pánicas y tal vez por eso hacen gala de una sexualidad exacerbada que se dirige especialmente hacia la monja de cuyas creencias al mismo tiempo se mofan): «Necesitamos un principio regulador con el rigor matemático de la confusión», dice Luisa; «Dios ha creado todas las cosas con una razón determinada»;  «No existe el azar ni la casualidad»; «…hay fuerzas maléficas alrededor nuestro». Y frente a las proposiciones de la teología cristiana, la demoledora reflexión de Constanza: «Tu Dios es como la fama: un trozo de nada que el creyente agarra al vuelo sin saber por qué».

Es este Arrabal lúcido y sobrado de inteligencia el que constantemente se entrega a la autoimpuesta servidumbre de desolemnizarse (lo pánico, a pesar de su vigor descontrolado, se somete sumiso al humor). A cada idea elevada le siguen, como por penitencia, tres o cuatro tacos o dos chascarrillos ye-ye. Las palabrotas son tan abundantes que hay que aguzar el oído para escuchar algo más allá del ruido de fondo de los improperios.

Pero no son todo exabruptos y salidas de tono en este texto teatral tan excelente. El lirismo irrumpe con intensidad en muchos momentos: En las apariciones de Miho –Miguel Cazorla– su voz ininteligible recuerda a la afasia que padecen los muertos queridos cuando nos visitan en el sueño. Especialmente en la que asumiendo la función de dios tutelar de las pingüinas les advierte de la falacia del viaje a la Luna. Hermosa es también la identificación de Miho con la libertad. Son innumerables las veces que en  el texto se relaciona el concepto de libertad con Miguel de Cervantes, ¡notable homenaje al de Alcalá de Henares! Resulta también muy entrañable el tabú con en que Arrabal –que no es ya un chaval– trata el tema de las muerte. Las Pingüinas hablan eufemísticamente de «ocultarse» y cuando una de ellas deslenguada dice «morí» recibe la recriminación inmediata de las otras. Posiblemente este pudor a darle nombre de muerte a lo que no es sino muerte hable más de los propios miedos de Arrabal que de los de Cervantes y su familia quienes, al fin y al cabo, ya hace siglos que emprendieron el sombrío viaje..

madre
@Javier Naval

Dos escenas deslumbran por su belleza. Dos escenas superlativas cuyo extremo lirismo ha puesto a prueba el talento de todo el equipo para llevarlas a buen puerto.
La primera es la escena del cautiverio de Miho con un maravilloso soliloquio de la madre, Leonor, (magistralmente encarnada por Lara Grube) frente a la jaula en donde languidece su hijo, un momento en el que se suspende toda la confusión pánica y el texto fluye centrado en expandir la hermosura con un patetismo a la altura del Stabat mater:

«Sueño con volverte a ver libre y abrazarte…
con besos reventando melancolía
con besos bizarros como el garbo

con besos salpicados de lágrimas e hipos..
…con besos ministrados por el arrebato…
…con besos enredados en la pericia»

A nivel de dirección la escena está maravillosamente montada con todas las pingüinas en fila acompañando y, a la vez, sujetando a la madre que expresa un dolor inconmensurable.

giróvagas
@Javier Navaal

La segunda escena memorable es la que se resuelve tras la revelación del propio Miho sobre el engaño del viaje a la Luna. Es en ese momento de madurez cuando las pingüinas están ya listas para hacer la danza giróvaga, esa que les abrirá el ojo del corazón con el que podrán, verdaderamente, entender la obra de Miho. Estéticamente, este pentecostés pánico, es un momento extraordinario que el espectador, ya a estas alturas algo abrumado por la incesante algarabía de las pendencieras pingüinas, recibe con achaque de meditación.
Una vez acabada la ceremonia de elevación aparece por última vez Miho para proclamar un manifiesto (que transmitirá Isabel, la hija natural y médium de su padre –Sara Moraleda–) sobre la motivación de la naturaleza creadora del ser humano:

«No vivimos al mundo para ser más ricas
ni más influyentes
ni más famosAs,
sino para confortarnos y confortar
con palabras
de poesía,
de libertad,
de tolerancia,
de ciencia
y de amor
»

Pingüinas de Fernando Arrabal y dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuentes será probablemente la mejor producción española que veamos en teatros municipales –tal vez en todos los teatros públicos– esta temporada.  Una propuesta tan por encima de todo lo que solemos ver, tan rica en mensaje, en espectáculo y en talento que, sin duda, pasará a ser un montaje de referencia cuya estela, como la propia luz de Arrabal, seguirá brillando cuando de otros muchos solo quede una merecida oscuridad.

En la Sala Fernando Arrabal de Las Naves del Español (Matadero)

Del 23 de abril al 14 de junio de 2015


FICHA

Dirección

Juan Carlos Pérez de la Fuente

Reparto

María Hervás  /   Torreblanca (la abuela)
Ana Torrent  /  Luisa de Belén (la hermana monja)
Marta Poveda  /  Constanza (la sobrina carnal)
Lara Grube  /  Leonor (la madre)
Ana Vayón  / María (la tía paterna)
María Besant  /  Andrea (la hermana mayor)
Lola Baldrich  /  Magdalena (la hermana menor)
Alexandra Calvo / Martina (la prima paterna)
Badia Albayati  / Catalina (la esposa)
Sara Moraleda  / Isabel (la “hija natural”)
Miguel Cazorla   / Miho (“¿quién cómo Dios? o incluso ¿quién cómo Pan?”)
Pedro Tena Voz en off

Dirección de escena Juan Carlos Pérez de la Fuente
Movimiento Escénico y Coreografía Marta Carrasco
Diseño Escenografía Emilio Valenzuela
Diseño de Vestuario Almudena Rodríguez Huertas
Diseño de Luces José Manuel Guerra
Composición Musical y Espacio Sonoro Luis Miguel Cobo
Diseño Audiovisuales Joan Rodón y Emilio Valenzuela
Ayudante Dirección Pilar Valenciano
Ayudante de escenografía Alessio Meloni
Ayudante de vestuario Liza Bassi
Asistente de Dirección Pablo Martínez
Asistente de Gestión Artística Cristina Bertol
Asesoramiento Acrobático Escuela de Circo Carampa
Fotografía y diseño de cartel Chema Conesa

Crónica de «Misántropo» dirección de Miguel del Arco

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La semana pasada tuvo lugar, en el Teatro Español, el esperadísimo estreno en Madrid del nuevo trabajo de la Compañía Kamikaze con Miguel del Arco en la dirección y adaptación libre de «El Misántropo» de Molière.

Las razones para no perder la oportunidad de ver este estupendo «Misántropo» son innumerables, pero, por motivos prácticos, en esta crónica he escogido solo seis razones para dejarlo absolutamente todo y correr al Teatro Español a ver «Misántropo»

1)    De lo nuevo y lo viejo:

En una de las más memorables arias de la ópera  «Los Maestros Cantores de Nuremberg» el sensato poeta y zapatero Hans Sachs hace una trascendente reflexión sobre la evolución del arte, o mejor dicho, sobre la imperiosa necesidad de evolución a la que están sometidos todos los lenguajes artísticos. Profundamente conmovido, y desconcertado, por la heterodoxia con la que un joven cantante ha interpretado su pieza, el maestro cantor, todavía subyugado por la emoción, exclama para sí:

¡Sonaba tan viejo y a la vez tan nuevo como el canto de los pájaros en mayo!…

En esta frase, aparentemente sencilla, se esconde un principio básico del desarrollo cultural: Conseguir que las preguntas de siempre, las que se hacen todas las generaciones, vuelvan a formularse de una manera que parezcan cuestiones novedosas.

La adaptación que ha hecho Miguel del Arco de un texto “viejo” de Molière presenta un lenguaje artístico moderno, muy sugerente para el espectador de hoy en día, si bien, también ha sabido preservar el legado de las reflexiones que el autor planteó a las audiencias del siglo XVII subrayando con ello su vigencia. Por otro lado, no se ha descuidado la belleza formal del texto       -un aspecto que no siempre se respeta en las adaptaciones se textos clásicos que se hacen en este país-, «Misántropo» despliega un uso brillante de un idioma que se entrega al público laboriosamente labrado.

Por lo tanto, este «Misántropo» del feliz tándem Miguel del Arco – Aitor Tejada cierra verdaderamente el círculo y cumple con la principal exigencia que demanda Wagner en el último número de la citada ópera: No faltéis el respeto a los maestros sino, al contrario, honrad su arte.

2)    La riqueza de los personajes

Aunque la visión que «Misántropo» ofrece de la sociedad supone en sí misma una enmienda a la totalidad, los personajes no se muestran como un todo homogéneo sino que cada uno posee una personalidad bien definida; tiene motivaciones diversas y sigue pautas de actuación propias. Tampoco se trata de personajes unidimensionales pues muestran comportamientos complejos en los que parece advertirse un único denominador común: A pesar de estar instalados en la frivolidad todos parecen seguir siendo sensibles al amor, o al menos, todos ellos muestran deseo de ser amados.

Alceste, el misántropo, representa una opción extrema de rechazo social. El desafío no es pequeño para el actor (Israel Elejalde) ya que le toca defender a un protagonista cuya actitud hostil hacia el contacto humano, que recuerda extraordinariamente a la deprimente pose ‘semper dolens’ de John Dowland, le hace resultar bastante antipático. Su impracticable deseo de una honestidad brutal tampoco le convierte en el perfecto candidato para ser el alma de las fiestas. El espectador solo siente empatía hacia él cuando, herido, muestra su frustración por el amor no suficientemente correspondido.

Celimena (Bárbara Lennie): Es frívola, superficial y bastante estúpida, pero, para desgracia de sus muchos admiradores, su juventud y hermosura la envuelven en un aura que proyecta virtudes que en absoluto posee.

Filinto (Raúl Prieto): Es el personaje más razonable. Pragmático, trata de mantenerse el equilibrio entre su disgusto por la hipocresía social y la necesidad de suavizar la verdad para no atraer sobre uno mismo el odio de los demás.

Elianta (Miriam Montilla) amó tiempo atrás a Alceste y desde la frialdad de su nueva relación con Filinto observa con envidia el afecto genuino que su antiguo amante profesa a Celimena Es tal vez el personaje que se presenta más melancólico y vulnerable.

Arsinoé (Manuela Paso): Moralista, rencorosa, manipuladora e hipócrita, es decir, un regalo para cualquier intérprete y hay que constatar que Paso ha aprovechado hasta el último matiz haciendo un trabajo apabullante.

Clitandro (José Luis Martínez): Si lo pillan en la sede de algún partido político le dan despacho y libreta para llevar las cuentas o manga ancha para gestionar los ERE. El personaje más dolorosamente actual de todos.

Oronte (Cristobal Suárez): A pesar de que este personaje fue creado por Molière, podría ser perfectamente el producto televisivo de un brainstorming de los directivos de Mediaset. Vacuo e injustificadamente pagado de sí mismo, su absoluta carencia de talento no le impide gozar de un amplio predicamento en una sociedad falaz de la que él es el indiscutible epítome.

3)    La política no el mitin

La crítica política tiene que estar presente en un texto cuya intención es diseccionar con afilado escalpelo las debilidades del comportamiento humano. Así lo ha entendido Miguel del Arco quien nos ofrece algunas escenas que, sin manipular el sentido del texto original, conectan con nuestra realidad inmediata. Cuestiones como el arribismo, la falta de ética, la retórica falaz de los políticos, la corrupción o la ambición desmedida son fielmente retratadas en una propuesta que, sin embargo, no cae en el aburrido tono mitinero que encontramos en tantos otros trabajos que abordan estas cuestiones. Actitudes, o incluso, personajes que hoy en día salen a diario en los informativos son perfectamente reconocibles en este «Misántropo» que ha sabido reflejar algunas de las servidumbres que afectan a la casta dirigente sin caer en la tentación de presentar al resto de la sociedad como unas inocentes ovejitas de conducta irreprochable.

4)    La confrontación de las dos reinas

Teatralmente creo que hay pocas cosas que funcionen mejor sobre un escenario que una enganchada dialéctica entre dos mujeres competidoras. Esta incuestionable preferencia por las broncas femeninas puede deberse a que, mientras los choques entre hombres evolucionan, por lo general, rápidamente hacia la violencia física, en el caso de ellas       –menos impulsivas, más hábiles con el uso del lenguaje y, posiblemente, más perseverantes en el rencor– los mamporros verbales suelen ir convenientemente acolchados en modales de seda. Sin embargo, no hay que engañarse, la punta de los dardos estará fieramente afilada y su intención será inequívoca, indefectiblemente irán dirigidos al que, en un mundo machista como es el nuestro, es el punto débil femenil: Su honra.

Foto de Eduardo Moreno
Fotografía de Eduardo Moreno

En mi opinión, este brillante enfrentamiento entre la bella y licenciosa Celimena (Bárbara Lennie) y la ambiciosa y moralista Arisoné (Manuela Paso) es  uno de los dos momentos más divertidos de la función.

La escena se estructura mediante dos monólogos sucesivos, en los que, con la excusa de una noble preocupación por la reputación de la otra, cada mujer destroza, inmisericordemente, a su oponente. Será en las respectivas contrarréplicas cuando la pátina de urbanismo se vaya diluyendo y aflore con cruel sinceridad lo que cada una piensa realmente de la otra. El clímax de la lucha se alcanza con una memorable frase de Arsinoé –que provoca un estallido de aplausos en el patio de butacas- en la que reprocha a su amiga, con incomparable mala leche e ilimitada gracia, su comportamiento licencioso: «Señora, yo cuando me arrodillo con la boca abierta es para dar gracias a Dios»

Podría ver esa escena veinte veces y seguir disfrutándola. La Arsinoé de Manuela Paso, con el punto justo de afectación melodramática, resulta hipnótica y la reacción rápida y viperina de la Celimena de Barbara Lennie es digna de protagonizar un reportaje de felinas en el Discovery Channel.

Abro un pequeño apartado para los muy fans de las peleas de gatas, para recomendar dos escenas memorables que ofrece el género operístico: Por un lado el dueto « Via resti servita» entre  Marcelina y Susanna del primer acto de «Las bodas de Fígaro» en el que, con gran elegancia, se despachan llamándose vieja y puta respectivamente, mientras superficialmente insisten con cortesía en darse preferencia en el paso.

Y, en segundo y último lugar, la monumental escena de la confrontación de las dos reinas de la «Maria Stuarda» en la que ambas acusan a la otra de ser una puta (previsible) y, como aquí, además, compiten también por los derechos dinásticos aprovechan para llamarse “bastarda”. Aquí os dejo un enlace a la potente «Figlia impura di Bolena!»

5)    La coreografía

Resulta difícil destacar algunos aspectos de un trabajo que es en sí irreprochable en su conjunto, pero si me gustaría comentar que uno de los más sobresalientes aciertos de «Misántropo» es el magistral trabajo de  movimiento de actores. La cuidada coreografía, firmada por Carlota Ferrer, va más allá de lo meramente estético o de un simple alarde de maestría en la expresión corporal, sino que se conforma como un potente elemento simbólico. En algunos momentos el movimiento se ralentiza y los personajes parecen convertirse en una extasiada procesión de bacantes. Una comunión que Alceste (Israel Elejalde) observa desde fuera con buscada distancia e indisimulada reprobación. Unos personajes que evolucionan por el escenario llevados por la corriente de sus propias pasiones y de su interdependencia.

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Fotografía de Eduardo Moreno

Tuve la suerte de ver hace meses la segunda función de «Misántropo» tras su estreno absoluto en Avilés. Pues bien, en aquella ocasión a pesar de que el proyecto apenas acababa de echar a andar, el trabajo coreográfico estaba ya completamente pulido. Hasta el punto de que, en este sentido, no he visto variación alguna entre aquel pase y el que vi en Madrid hace unos días. Esto da una idea del nivel del alto nivel de exigencia que se impone este equipo

6)    El trabajo técnico

Por último, me gustaría destacar un aspecto formalmente muy atractivo que es el trabajo audiovisual  con imágenes llenas de simbolismo y carga poética siempre al servicio de la trama. Me impactaron especialmente las escenas soledad, de desintegración y de sombras. De nuevo lo que se podía haber quedado en una simple ostentación de poderío tecnológico y medios económicos resulta un elemento catalizador de las emociones que invaden al espectador. Otro acierto del montaje, uno más, este de la mano de Joan Rondón y Emilio Valenzuela. Asimismo hay que celebrar la estupenda escenografía de Eduardo Moreno, la hermosa iluminación de Juanjo Llorens y el magnífico, y no pocas veces divertido, vestuario de Ana López.

Dirección
Miguel del Arco

Compañía
Kamizake Producciones

Reparto

Alcestes Israel Elejalde
Filinto Raúl Prieto
Oronte Cristóbal Suárez
Celimena Bárbara Lennie
Clitandro José Luis Martínez
Elianta Miriam Montilla
Arsinoé Manuela Paso
Colaboración especial (voz tema musical Quédate quieto) Asier Etxeandía

Ficha artística

Versión y dirección Miguel del Arco
Ayudante de dirección Aitor Tejada
Escenografía Eduardo Moreno
Iluminación Juanjo Llorens
Sonido Sandra Vicente (Studio 340)
Música original Arnau Vilà
Coreografía Carlota Ferrer
Vestuario Ana López
Vídeo Joan Rodón y Emilio Valenzuela
Cartel Rodón & Moreno
Fotografía Eduardo Moreno
Materiales promoción Cultproject
Músicos grabaciones
Saxos y clarinete Pep Poblet
Trombón Albert Costa
Trompeta Marçal Muñoz
Guitarra Marc Quintillà
Voces Carles Torregrosa
Guitarra Javier Vaquero
Batería Checho Soler
Contrabajo Àlex Soler
Estudios de grabación Studio 340 Ten Productions
Producción ejecutiva Jordi Buxó
Dirección de producción Aitor Tejada
Ayudante de producción Léa Béguin
Auxiliar de dirección Daniel de Vicente
Auxiliar de escenografía Lorena Puerto
Coordinación técnica Mariano García
Técnico de luces Nacho Vargas
Técnico de sonido Enrique Calvo
Construcción de decorado Peroni y Esfumato
Transportes Cultural Transport
Administración Santiago del Arco

Una producción de Kamikaze Producciones en coproducción con Teatro Español de Madrid y Teatro Calderón de Valladolid y la colaboración del Teatro Palacio Valdés de Avilés.

Fechas y horarios: Del 23 de abril al 22 de junio
De martes a sábado 20h. y domingo 19h. A partir del 1 de junio horario de verano: de martes a domingo a las 20h.

 

Artículo «»Misántropo» de Miguel del Arco y Kamikaze. Dossier, cartel y gira

misantropo

Dossier

2013

OCTUBRE

18.- Teatro Palacio Valdés. Avilés

19.- Teatro Jovellanos. Gijón

NOVIEMBRE

8.- Teatro Bretón. Logroño

9.- Teatro Principal. Vitoria

16. Teatro Adolfo Marsillach. San Sebastián de los Reyes

30.- Teatro Circo. Murcia

DICIEMBRE

Del 13 al 15.- Teatro Calderón. Valladolid

2014

ENERO

10 y 11.- Teatro de Rojas. Toledo

17 y 18.- Palacio de Festivales. Santander

24 y 25.- Teatro Alhambra. Granada

31.- Teatro Central. Sevilla

FEBRERO

1.- Teatro Central. Sevilla

20.- Teatro Auditorio. Cuenca

MARZO

Del 20 al 23.- Teatro Arriaga. Bilbao

ABRIL

30.- Teatro Español. Madrid

MAYO

—- Teatro Español. Madrid

JUNIO

Hasta día 15.- Teatro Español. Madrid

27 y 28.- Teatro Cuyás. Las Palmas de Gran Canaria

Equipo artístico
Israel Elejalde
Bárbara Lennie
José Luis Martínez
Miriam Montilla
Manuela Paso
Raúl Prieto
Cristóbal Suárez

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Ficha técnica

Dirección y Versión
Miguel del Arco
Diseño de sonido
Sandra Vicente
Diseño de iluminación
Juanjo Llorens
Escenografía
Eduardo Moreno
Vídeo
Joan Rodón
Música
Arnau Vilà
Vestuario
Ana López
Producción ejecutiva
Aitor Tejada

Una producción de Kamikaze Producciones en coproducción con Teatro Español de Madrid y Teatro Calderón de Valladolid y la colaboración del Teatro Palacio Valdés de Avilés

vía Kamikaze Producciones.