El encanto del prolífico imaginario de Denise Despeyrouxreside en su fecunda multiplicidad, que se plasma en una opulenta gama de elementos muy sugerentes como, por ejemplo, un extenso catálogo de personajes atractivos comprometidos en situaciones donde la insensatez suele ser el denominador común, junto con referencias a objetos con contenido totémico y fetiches propios de la autora. Todo ello aderezado por una incontestable comicidad que actúa como la energía nuclear que da unidad y coherencia a cada una de las subpartículas del discurso teatral. Un ostinato jocoso que impregna el texto incluso cuando la trama se sumerge en las procelosas aguas del drama. Así es que el universo despeyrouxiano es un lienzo atravesado con vigorosos trazos de, entre otros, romances malhadados; amantes desubicados; personajes dolientes; mancias; aciagos saltos hacia adelante; disparatadas sesiones de psicoanálisis e improbables libros de autoayuda de surrealista prosa rioplatense (entre otros). Y, por si todo esto fuera poco, hay que añadir el amenazante patronazgo de arcanas conjunciones astrales capaces de animar la trama a su antojo, aunque, casi siempre, con una indiscutible querencia hacia el horizonte siniestro.
De una mina tan generosa en mineral es normal que afloren buenas y grandes piezas. Auge y caída de un amor de Usera –la aportación de Denise al magnífico proyecto capitaneado por Kubik Fabrik sobre historias acontecidas en ese barrio– (descargable mediante la app «storywalkerusera») es una buena oportunidad para observar la maquinaria creativa de Despeyroux trabajando a toda máquina, pero probablemente será en Carne Viva, la dramaturgia que presenta y dirige en La Pensión de las Pulgas, en donde podremos apreciar en toda su esencia el rico entramado mental de la dramaturga.
Carne Viva es una propuesta que presenta de forma simultánea tres episodios de una historia, o mejor dicho, tres historias independientes pero que se encuentran conectadas entre sí por personajes que transitan inadvertidamente entre ellas. El espectador comenzará la función por la historia que le sea asignada arbitrariamente y completará el recorrido siguiendo el orden marcado por los organizadores. Tres historias, nueve personajes y una labor actoral de encaje de bolillos para medir tiempos y tonos. Ni que decir tiene que esta abigarrada estructura es la ocasión perfecta para que Despeyroux desborde, gustosa, un arsenal de esos elementos icónicos recurrentes que se encuentran impresos en la huella dactilar de sus trabajos, creando una trama hilarante que el espectador familiarizado con la autora puede beber como un si de un concentrado de ella misma se tratase:
En esta ocasión las situaciones surrealistas y los personajes en crisis ocupan una comisaría de policía que, exhausta de recursos, decide realquilar parte de sus dependencias… ¿Puede haber un planteamiento más despeyrouxiano?
Otra de las señas de identidad del teatro de Denise es que el músculo de la autora se tensa más para cosechar un florido ramillete de tramas y subtramas que para desarrollar éstas hasta su definitiva conclusión. De esta potente creatividad argumental también se nutre Carne Viva y, también, en esta ocasión caso, algún espectador curioso se irá a casa preguntándose por el destino de alguno de los personajes o por el desenlace de tal o cual situación. (Tengo que admitir que yo me encuentro en este grupo).
Con respecto al reparto creo que procede dar una enhorabuena a todos ellos ya que pasan con solvencia la difícil prueba. Muy bien armado el trabajo de Joan Carles Suau (Hugo) y, para mi gusto, muy efectivo el atribulado personaje (Inspector Bermúdez) que ha creado Fernando Nigro con una impecable vis cómica.
Una divertida propuesta que gustará a casi todos y que disfrutaremos especialmente todos los que somos seguidores del teatro de la autora de La Realidad.
Escrita y dirigida por Denise DESPEYROUX Asistente de dirección: Raúl Prados, Ruth Rubio y Marta Rubio. Vestuario: Ana López y Lorena Puerta Espacio escénico: Alberto Puraenvidia Espacio sonoro: Graham Newey Cartel y Fotografía: Mista Studio Reparto: Agustín Bellusci, Vanesa Rasero, Juan Ceacero, Marta Rubio, Fernando Nigro, Huichi Chiu, Joan Carles Suau, Sara Torres, Victoria Facio, Juan Vinuesa, Font García, David Matarín.
Septiembre 2012/ agosto 2013. Un año de teatro. Miguel Pérez Valiente*
Artículo publicado el 5 de octubre de 2013 en el número 7 de la revista Pastiche
Pastiche nº 7
La intención de escribir unas líneas sobre el curso teatral recién concluido obedece mucho más a un deseo de dejar testimonio de una experiencia en el plano personal que al propósito de elaborar un exhaustivo catálogo de las obras representadas en Madrid desde septiembre 2012 hasta finales de agosto pasado. Este recorrido no persigue hacer un sesudo tratado teatral ni un inventario de virtudes y calidades de la cartelera entre septiembre de 2012 y este pasado agosto. Se trata, más bien, de fijar en el papel algunas emociones, reflexiones y sucintas consideraciones, muy personales, ergo subjetivas, con el deseo de celebrar lo que ha sido, con todo el componente heroico que la precaria coyuntura económica conlleva, un muy provechoso año de teatro en la ciudad de Madrid. Asimismo este artículo rinde homenaje a esas salas y creadores que asumiendo no poco riesgo personal siguen por la gracia de su esfuerzo inundándonos de entusiasmo hacia la expresión escénica. Gracias a ellos que nos abren puertas mentales y nos reinfectan de ese transformador virus del teatro.
Faltarán en estas notas muchas de las obras que han despuntado ya que ni el espacio, necesariamente limitado, de este artículo lo permite, ni el autor de este compendio conoce toda la extensa oferta que se ha presentado en la ciudad durante este periodo ni pretende crear ningún tipo de jerarquía en método de exposición, por lo tanto, intentar elaborar un listado meticuloso y jerárquico sobrepasaría ampliamente el objetivo de esta reseña. El único criterio que interferirá con la libérrima potestad de la memoria, y esto sólo en contadas ocasiones, será el ánimo de destacar aquellos trabajos de notable calidad que por cualesquiera que sean los motivos entienda el autor que no han tenido toda la difusión que a sus méritos correspondía.
Madrid es Off
El curso recién terminado ha visto la absoluta consolidación del circuito Off madrileño. Por el número de salas abiertas, que a pesar de algún doloroso cierre, se ha visto incrementado en términos absolutos; por la variedad y la calidad de la oferta y, sobre todo, por la valentía, el empeño y la vocación de gestores, programadores, compañías, actores, directores, dramaturgos, etc., el Off se ha establecido como un verdadero motor de la vida cultural de la ciudad. Su dinamismo, su flexibilidad, la frescura de sus propuestas y la capacidad para atraer a talentos emergentes e integrarlos junto a valores ya consagrados supone un enorme valor añadido a la oferta de la escena madrileña.
A la cabeza de las salas alternativas se encuentra, en mi opinión, La Casa de la Portera verdadero buque insignia de este fenómeno y espacio imprescindible para entender qué es lo que se está cociendo en Madrid a nivel teatral. En apenas un año de existencia y con sólo dos temporadas a su espalda ha demostrado una especial lucidez a la hora de programar, consiguiendo atraer hacia su proyecto, en tan breve espacio de tiempo, a una pléyade de artistas como Paco Bezerra, Luis Luque, Carlos Be, Miguel Albadalejo, José Padilla, Francesco Carril, Denise Despeyroux o Rubén Ochandiano entre muchos otros, que evidencia la vitalidad creativa que, a pesar de todo, se está generando en los últimos años en nuestro país.
Quizá uno de las consecuencias más interesantes del acercamiento que propicia la mayor flexibilidad de la escena Off ha sido un contacto cualitativamente mucho más rico con las audiencias y una sensibilización por parte de salas y programadores sobre la importancia de mantener vías de comunicación con el público. A través de las redes sociales, blogs o revistas en línea se han ido articulando grupos de aficionados que desean tener una mayor implicación en el fenómeno escénico. Se trata de superar la antigua distribución de roles en la que únicamente se esperaba del espectador que comprase su entrada y aplaudiese al finalizar la función mientras que toda la iniciativa quedaba en manos de programadores, creadores y teatros. Cada vez más programadores desean recibir el feedback de sus audiencias no sólo en términos de resultados de taquilla o mediante estáticos “encuentros con el público” al final de la función; han entendido la importancia de ganarse la complicidad de los espectadores involucrándoles en sus proyectos incluso durante el proceso creativo. En este sentido, resulta especialmente interesante la iniciativa de algunas salas y teatros de acoger a espectadores activos durante los ensayos o sesiones de trabajo, algo que no sólo sirve para satisfacer la curiosidad de los espectadores sino que también pueden aprovechar los creadores para pulsar las impresiones de la audiencia incluso desde un estadio embrionario del proyecto. Por otro lado, la gran cantidad de blogs donde aficionados al teatro ofrecen sus críticas teatrales de manera amateur completa, por su visión fresca y posición menos comprometida, complementan el interesante enfoque de las críticas profesionales.
Especialmente en un momento en el que más y más creadores se vuelven hacia el público demandando apoyo financiero para sus proyectos a través de iniciativas de crowdfunding o micro-mecenazgo es cuando se hace evidente que la correspondencia entre público e industria teatral es un activo que no debe ser pasado por alto.
¡Goya!, ¡Goya!, ¡Goya!
Quizá si este fuera otro país, si España no fuera, en esencia, el mismo laberinto de trincheras y desconfianza del que Goya tuvo que exilarse, el genio de Fuendetodos sería hoy en día un personaje imprescindible en nuestras tablas. La encrucijada histórica que le obligó a posar sus pisadas de gigante en el traqueteante y siempre inestable puente de madera que separa a las dos Españas y su imaginación prodigiosa fruto de la cual surgió un universo iconográfico emborrachado de desencanto y sabia locura, habrían sido un fértil caño de fresca inspiración al que recurrieran sedientos autores de todas las generaciones. Pero, como digo, esto es España y la Historia nos interesa lo justo. Nos atrae si podemos utilizarla en nuestro argumentario político, si la podemos arrojar a nuestro oponente como si de una bomba de racimo se tratara en el fragor del debate. Pero su figura se salva de la manipulación por su extraordinaria dimensión que impide que pueda ser enarbolado como bandera de contiendas actuales. Goya es demasiado grande para ser encajonado dentro de los ínfimos compartimentos sobre los que se construyen las ideologías. Por eso ha sido extraordinariamente feliz que en este curso teatral hayamos tenido en Madrid no uno sino dos estupendos trabajos teatrales sobre la figura del genio:
En enero llegó al CBA, Sala Fernando de Rojas: El sueño de la razón de Antonio Buero Vallejo. Montaje dirigido por Paco Macià con Juan Meseguer en el papel de Goya. Completaban el reparto Eloísa Azorín, César Oliva, Toni Medina, Manuel Menarguez, Vicente Rodado y Verónica Bermúdez. Un montaje de la Compañía Ferroviaria de Artes Escénicas de una belleza plástica sorprendente que llegó a Madrid con incomprensible sigilo, lo que, según mi opinión, no favoreció que cosechase todo el éxito ni tuviera la potente repercusión que merecía. La encrucijada vital de Goya en las últimas semanas de tribulación antes de su salida de España se plasmarían en su Pinturas Negras que en esta producción adquieren la categoría de verdaderas visiones o ensoñaciones proféticas de un futuro incierto lleno de amenazas y peligros.
Una de las últimas obras que pudimos ver representadas en el lamentablemente desaparecido Garaje Lumière fue Lucientes, ¿sois almas en pena o sois hijos de puta? de la compañía La Intemerata Una propuesta llena de vigor y contenido de Pilar Almansa con vibrante dirección de Rakel Camacho en la que se revisan, en clave actual, algunos de los elementos definitorios del capricho goyesco y del fértil e inquietante imaginario del genio.
Providencial inspiración
A Nuestra Señora de las nubes, de Arístides Vargas con dirección de Lino Ferreira, llegué de una forma algo casual. De hecho, fui a Matadero -en uno de cuyos espacios estaba programando Kubik Fabrik durante las obras que tuvieron lugar en su sede- con la intención de asistir a otra función que se representaba en el recinto. Al darme cuenta de que ese día se presentaba la última función de Nuestra Señora hice un cambio de planes sin más motivo que el de seguir el mandato de uno de esos raros pálpitos que, de improviso, nos inclinan hacia una hermosura que intuimos pero de la que no tenemos ninguna certeza. Y así fue como el disfrute fue mayor porque en esta afortunada ocasión la belleza de un texto impregnado de poesía y la eficaz interpretación fueron aliadas de la sorpresa de un descubrimiento inesperado.
En este montaje de El Óbolo Producciones, dos exiliados -Inma Nieto y Julio Cortázar- intentan reconstruir la desvaída memoria de su pueblo, aunque ésta, como precioso paño agostado de tiempo y distancia, se halla deshilachada de su urdimbre. En el proceso de recomposición del tejido emocional de los desubicados aparecen variados y carismáticos personajes construyendo un espacio mágico en el espectador, que ignora cuánto hay de realidad y cuánto hay de recuerdo procesado. La exigencia para los intérpretes es máxima y es de ley manifestar que tanto Inma como Julio pasan la prueba sobrados de talento e inspiración.
El ocaso de los buenos
Una de las propuestas más interesantes de la XIII Edición delFestival Escena Contemporánea fue la que nos trajo la compañía valenciana El Pont Flotant, un trabajo coral de título Algunas personas buenas que pudimos ver en el Teatro Lagrada. La obra está planteada como un extenso flash forward que nos trasladará al tiempo de la vejez de los propios miembros de la compañía teatral, a saber, Àlex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons.
En la edad del desarraigo vital, desasistidos de fuerzas y cuando la certeza del inminente derrumbe cristaliza en una desconfianza que como un extenso queloide se instala bajo la ajada piel, estos ancianos, cuyo universo se ha reducido a las cuatro paredes de un bar tan desvencijado como sus olvidados proyectos de juventud, se inflaman de un último y acuciante deseo de dar a esta sociedad enferma un último trabajo que tal vez les redima de todas sus deserciones. Los espectadores podrán acompañarles en el proceso de creación de su canto de cisne. Este último viaje permitirá a los actores realizar un prodigioso despliegue de recursos interpretativos y demostrar su absoluto control del teatro físico. Reflexiones, teñidas de melancolía, sobre la incoherencia entre nuestro discurso y nuestras acciones, sobre el efecto devastador del paso del tiempo sólo levemente mitigado mediante grandes dosis de ironía y humor y sobre la necesidad de sobreponerse a las propias convicciones para poder seguir existiendo. Despojados de discursos y banderas, de proyectos e ideales, emergen, en la fragilidad de un tiempo que se acaba, cuatro personas buenas.
El laberinto de la memoria
La producciones propias del Teatro Guindalera ofrecen unos estándares de calidad tanto a nivel de elección de textos como a nivel interpretativo tan extraordinariamente altos que hacen que, desde cualquier punto de vista, esta querida sala madrileña sea imprescindible para cualquiera que viva en la capital o se acerque a ésta con la loable intención de ver buen teatro.
La gema que nos han ofrecido esta temporada El Fantástico Francis Hardy curandero es un hermosísimo texto de Brian Friel que fue presentado con la delicada y preciosista dirección de Juan Pastor y las memorables interpretaciones de Bruno Lastra, María Pastor y Felipe Andrés. Un montaje estructurado en cuatro brillantes monólogos en los que tres personajes narran, sin correspondencia cronológica, los mismos sucesos. Además de la dislocación espacio-temporal, cada personaje contará su versión de los hechos desde el condicionamiento de su propia herida. Francis Hardy se debatirá en la duda sobre la posibilidad de su don sanador; Grace dará testimonio de su profunda decepción por el siempre vacilante afecto de Hardy y Teddy, en una asombrosa escena, resolverá alguna de las claves de la pareja al mismo tiempo que hará una afiladísima reflexión sobre los vínculos entre el talento y la inteligencia.
Acudí a esta función en tres ocasiones y en todas ellas salí conmocionado porque el texto incita a la reflexión sobre unas cuestiones de enorme calado vital como la posibilidad del amor, la utilidad del talento o la ilimitada capacidad para decepcionar que tenemos los seres humanos. Sería un extraordinario regalo volver a ver este montaje que aún tiene mucho que ofrecer.
Por otro lado, muy pronto podremos disfrutar del nuevo montaje de esta sala, Duet for one de Tom Kempinski. Una obra inspirada en la vida de Jacqueline du Pré con dirección de Juan Pastor.
Tratado sobre la destrucción de la belleza
Dentro de la programación de la trigésima edición del Festival de Otoño a Primavera pudimos disfrutar en Teatros del Canal de la propuesta de la autora, directora y actriz, Angélica Liddell, Ping Pang Qiu una producción de Iaquinandi S.L. en coproducción con Comédie de Valence, Centre dramatique national Drôme, Ardèche y Festival Temporada Alta 2012. Una maravillosa reflexión en clave documental sobre la destrucción de la expresión artística en aras de la consecución de objetivos políticos y doctrinarios. Un tema especialmente interesante para un país como el nuestro donde la imposición de la ideología ha sido siempre un asunto más acuciante que la preservación de las creaciones artísticas y culturales acumuladas durante siglos.
A través de una exposición profundamente poética Angélica Liddell relata la sistemática destrucción de la milenaria cultura china durante la era de oscuridad histórica que irónicamente vino a llamarse “Revolución Cultural”. Este infame episodio sirve a la autora de excusa para reflexionar sobre la fragilidad de la creación artística: Destruir un texto sublime se puede hacer con un gesto tan sencillo como lanzar un libro al fuego.
Asimismo durante el montaje aflorarán algunos de los fantasmas y fetiches de la difícilmente clasificable creadora a la que afortunadamente podremos volver a ver en Madrid -una vez más en Teatros del Canal- en la XXXI Edición del Festival de Otoño a Primavera con su nuevo trabajo, Todo el cielo sobre la tierra.
Ellas crearon y siguen creando
Por supuesto, el gran bombazo a nivel de teatro clásico de la pasada temporada ha sido el sensacional montaje de la Compañía Nacional de Teatro ClásicoLa vida es sueño en versión de Juan Mayorga con dirección de la propia directora de la Compañía, Helena Pimenta, y con una impresionante Blanca Portillo en el papel de Segismundo. Poco se puede añadir a lo muchísimo que se ha dicho ya de este enorme montaje que desde el minuto uno gozó merecidamente de la más entusiasta respuesta del público. Además, a partir del 19 de marzo y hasta el 20 de abril de 2014 volverá a estar en cartel en el Teatro Pavón sede temporal de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Es precisamente Fernando Sansegundo, quien en la La vida es sueño interpretó el papel de Clotaldo, el autor y director de un interesantísimo trabajo sobre tres creadoras en lengua española que fue otra de los regalos de la temporada. Barrocamiento aprovecha los habituales prodigios que se producen en la noche de ánimas para traer al presente a Sor Juana Inés de la Cruz, María de Zayas y Feliciana Enríquez oportunidad que las tres autoras utilizan para hacer el panegírico de su vida y obra. Un trabajo delicioso en el que se enredan a placer el verso de Sansegundo y el de las tres notables escritoras. Una propuesta necesaria, llena de lirismo y de humor inteligente que nos contagia del pálpito creador de estas mujeres que, no sin gran sacrificio personal pudieron sobreponerse a los dictámenes de una sociedad que las relegaba al matrimonio o a la vida consagrada.
La ordenadora de las palabras y el talento desbordado
Enlazando con lo que se comentaba al principio de este apartado sobre la figura de Goya y a la vista de la secular predilección que tenemos en esta nación para olvidar a nuestros ilustres, la obra El Diccionario de Manuel Calzada Pérez con dirección de Juan Carlos Plaza y rotunda interpretación de Vicky Peña en el papel de una de las intelectuales más desconocidas de nuestra historia reciente, María Moliner, fue una gratísima sorpresa y una enorme acierto de programación del Teatro de la Abadía que confió en un autor novel y en un texto inédito. Un texto de una calidad sobresaliente que no sólo rehabilita a María Moliner como la extraordinaria intelectual que fue -incluso si se hubiera quedado en el formato documentalista hubiera sido interesante-, pero lo extraordinario de esta dramaturgia es que, además, nos ofrece el semblante humano de la protagonista en el que descubrimos a un ser lleno de humor, de humildad y de fragilidad. Una mujer que también sufrió la discriminación por razón de su sexo siéndole negado, a pesar de su monumental trabajo, el ingreso en la Real Academia de la Lengua Española. Poco habían cambiado las cosas desde la época de las heroínas de Barrocamiento. Una función interesantísima de inesperado aprovechamiento tanto a nivel estético como intelectual. Una obra necesaria que afortunadamente será rescatada para la programación de la temporada que ahora empieza y que por lo tanto recomiendo encarecidamente.
Otro de los regalos que nos hizo el Teatro de la Abadía en esta temporada recién concluida fue la programación de dos trabajos de Miguel del Arco que, a pesar de tratarse de sendas reposiciones, han sido recibidos por el público con el entusiasmo de los estrenos. Por un lado El juicio a una zorra y por otro la portentosa Función por hacer. De nuevo hay poco que añadir a la abrumadora avalancha de elogios que recibió esta versión libre de del Arco de Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello. Personalmente creo que La función por hacer es una máquina de crear afición teatral, una clase magistral de dirección de actores y, en fin, un trabajo épico que estará en los anales de la escena madrileña como uno de los más preclaros exponentes de la fuerza expresiva del género escénico. Miguel del Arco prepara en estos momentos su nuevo trabajo El misántropo que promete ser una de las grandes propuestas de la próxima temporada.
Un acontecimiento extraordinario
La adaptación que hizo Luis Luque del Diario de un loco de Nikolai Gógol, extraordinariamente interpretada por José Luis García-Pérez, fue, sin ningún lugar a duda, uno de los hitos de la temporada. La firmeza con la que Luque asió al inquietante personaje de Gógol trasladándolo con brazo firme por el camino de la poesía desde el amenazante territorio de la esquizofrenia hasta los dominios de la vulnerable docilidad es el valor añadido que consiguió que este cuento desasosegante resplandeciera durante una representación que gracias al oficio del actor estuvo cargada de intensidad emocional y matices líricos. La sencilla pero siempre evocadora escenografía completó el panorama de una función mágica cuyo regreso a los escenarios será entre el 18 de octubre y 17 de noviembre en Las Naves del Matadero.
El mandato de la ternura
Otro de los regalos de esta temporada ha sido la reposición de obra Muda de Pablo Messiez programada esta vez en el Sol de York. Messiez es sinónimo de emoción, de disparo al corazón, de belleza doméstica y poesía cercana. Cuando su lírica se combina con el nervio de artistas como Fernanda Orazi, Marianela Pensado y Óscar Velado surge un explosivo cóctel molotov que los actores no dudan en lanzar hacia el patio de butacas. Como espectador uno siente que la piel se somete al impacto de las palabras y deja paso franco hacia las entrañas que se encogen estremecidas. Obviamente cuando uno prueba esa droga quiere más por eso espero ansioso el estreno de su próximo trabajo Las Palabrasque en madrid llegará a la Sala Cuarta Pared, y el “Mes Messiez” programado en laSala Mirador.
Memoria Histórica
Hace apenas unas semanas tuvimos la oportunidad de disfrutar en la sala Nave 73 del montaje de Alba Valldaura, La Iaia, memoria histórica un delicioso relato familiar e intimista donde la polivalente actriz encarna, entre otros personajes, a su propia abuela y le da la voz que ella ya no tiene para así narrar una serie de experiencias vitales, recuerdos y anécdotas cargadas de emoción, ironía y no poco sentido del humor. La artista catalana realiza un despliegue apabullante de recursos interpretativos y demuestra una precisión y un talento que merecen una cuidadosa consideración por parte de los programadores madrileños.
“La Realidad” es un proyecto fruto de la colaboración entre la dramaturga uruguaya, Denise Despeyroux y la actriz y directora argentina Fernanda Orazi, ambas, para fortuna de nuestro panorama escénico, afincadas en España hace muchos años.
Lo primero que llama la atención de esta propuesta es la originalidad del montaje: Dos hermanas gemelas, ambas interpretadas por una potentísima Orazi, se comunican a través de Skype. A una, Andrómeda, la tenemos en escena y a la otra,Luz, la vemos en la pantalla donde se reproduce la videoconferencia. Una se encuentra, tanto en lo físico como en lo mental y emocional, en las antípodas de la otra. Últimamente sus conversaciones a distancia son frecuentes, están preparando algo…
En los escasos minutos que uno tarda en meterse en la trama es inevitable preguntarse por las dificultades que habrá supuesto para la actriz y para la directora no sólo interpretar a los dos personajes sino estar en escena al mismo tiempo con ambos; conseguir que el diálogo entre la actriz de carne y hueso y la actriz grabada fluya con naturalidad, que las réplicas estén siempre ajustadas y hacer, en fin, que toda la maquinaria funcione con precisión. Por supuesto, este “más difícil todavía” se puede hacer con una actriz de la capacidad de Fernanda Orazi, a otros creadores, que se sientan tentados de semejante aventura, les podríamos hacer la advertencia televisiva: “Esta representación es potencialmente peligrosa y está hecha por especialistas, no intenten reproducirla en sus obras”.
Con respecto al texto hay que decir que resulta interesante, muchas veces se vuelve muy divertido y, a en no pocas ocasiones, alcanza momentos de gran belleza lírica. En contrapartida algunos de los interrogantes del planteamiento original de la obra quedan inconclusos lo que provoca un poco de frustración en el espectador.
Quizá, en la construcción de los personajes se haya hecho un mayor hincapié en favorecer que estos tengan la oportunidad de expresarse mediante frases hermosas, conmovedoras reflexiones o divertidas ocurrencias, que en intentar explicar el porqué del desenlace. Esa exigencia de lucimiento expresivo hace que en algún momento los personajes de las hermanas adolezcan de cierta falta de coherencia.
Por otro lado, la reflexión sobre la realidad, que planteaba el montaje, el análisis de la forma en que cada uno la gestionamos o el estudio sobre cómo podemos imitar a alguien por dentro, queda bastante diluida, por lo que al final de la función nos preguntamos ¿Cuál era el mensaje? ¿Hemos llegado realmente a donde nos ha prometía este intrigante planteamiento?
Los personajes que no aparecen pero que son mencionados por las hermanas han sido dibujados con pinceladas de trazo grueso ya que prácticamente lo único que conocemos de ellos son sus encantadoras extravagancias. Las anécdotas sobre ellos son muy divertidas y funcionan realmente bien, siendo uno de los mayores alicientes de esta propuesta. De hecho, estos personajes apenas nombrados resultan tan atractivos que la información que de ellos recibimos se antoja demasiado sucinta para poder imaginarlos en su exótica complejidad y, aun menos, para conseguir entender el origen de los conflictos que se presentan durante la obra que han provocado que una hermana se haya mudado a la otra parte del mundo y que la otra se sienta infravalorada.
Con respecto a las hermanas tampoco presentan, a lo largo de la función, unas personalidades completamente estables. En un primer momento una de las ellas muestra rasgos marcadamente neuróticos mientras que, en oposición, la otra parece disfrutar de cierta estabilidad, pero, al avanzar la trama, se rompen estos esquemas sin que se entienda totalmente el origen de esta evolución más allá de, quizá, para permitirles desplegar su capacidad de enunciar frases chocantes a la una -muy divertida la narración de la experiencias psicotrópico-hinduistas de Luz– y sentencias de gran belleza a la otra “amar, como se ama a los muertos”. Las opciones para el lucimiento de la actriz son muchas y, para disfrute del público, Orazi las aprovecha todas.
La obra, según ha comentado la autora, fue escrita con gran rapidez para presentarla en la primera edición del Festival FRINGE (2012) de Madrid pero posiblemente volvamos a ver a esta peculiar familia en un futuro proyecto de Denise Despeyroux que podría llevar el sugerente título de “Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales” -de nuevo una frase contundente llena de lirismo-. Tal vez entonces podamos saciar nuestras ansias de conocer más sobre la vida de las hermanas y la de su familia.
En resumen, un propuesta muy interesante que gustará a todos los que disfrutan de una buena interpretación, de hecho esta es una interpretación sobresaliente, y que encantará a todo ese público que conecta especialmente con los códigos del teatro de las emociones, el diálogo fluido y el humor inteligente.