Crónica de «40 años de paz» de Pablo Remón

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Foto: Flora González Villanueva

[Actualización 17 de febrero de 2015]

40 años de paz» de Pablo Remón / La_Abduccion, ha obtenido cuatro candidaturas a los Premios Max: mejor espectáculo revelación; Pablo Remón, mejor autor revelación; Fernanda Orazi, mejor actriz protagonista y Emilio Tomé, mejor actor de reparto

En una coyuntura de oferta escénica hiperdimensionada como la que estamos viviendo en Madrid, la proposición más anhelada por todos los que intervienen en el proceso de creación teatral es «Entradas agotadas». Esta minúscula composición gramatical es cada vez más esquiva, por lo que podemos estar seguros de que, cuando se produce, es que realmente estamos ante un producto sobresaliente. Pues bien, eso es precisamente lo que ha ocurrido con «40 años  de paz» durante su presentación en la Sala Negra de Teatros del Canal como obra integrante de la programación del XXXIIII Festival de Otoño en Primavera.

Captura

Lo cierto es que, después del buen regusto que había dejado su anterior trabajo, «La abducción de Luis Guzmán», muchos estábamos deseando comprobar si esta incursión en el teatro de Pablo Remón, guionista cinematográfico –«Casual Day» (2007) o «Cinco metros cuadrados» (2011)–,  se iba a quedar en una experiencia más de un creador multidisciplinar o iba a ser el primer hito de una nueva carrera dramatúrgica.

Pues bien, a tenor de lo que vimos los afortunados que pudimos asistir a esta nueva función, está claro que Remón no solo tiene la vocación sino que además cuenta con la inspiración, la técnica y la sensibilidad para hacerse un hueco entre nuestras voces escénicas más interesantes.

Las claves de una dramaturgia absorbente 

«Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada». ‘Ana Karenina’, Tolstoi.

En «40 años de paz» Remón vuelve a tratar el tema de una familia en crisis. Una casona venida a menos y unos personajes que pivotan sobre un elemento icónico: una piscina abandona que funciona como una magnífica metáfora del hundimiento familiar de los García-Morato y, a su vez, del desbarre en el que ha terminado una era que comenzó con grandes expectativas.

  1. El ambiente

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    Foto: Flora González Villanueva

    La primera imagen que percibe el espectador –un grupo familiar que toma el sol alrededor de una piscina completamente descuidada– es profundamente eficaz a la hora de definir el tono y la intención de la dramaturgia. (A mí me evocó las destartaladas estancias –y cabezas– de las Beales en la mítica «Grey Gardens»). Desde ese primer instante se hace difícil contener la curiosidad sobre las circunstancias de estos personajes incluso antes de que hayan comenzado a hablar.

  2. El ritmo

    La narrativa es servida con agilidad ya que se estructura en una sucesión dinámica de escenas muy sugerentes que van presentando a cada personaje y sus circunstancias. Además, cada escena cuenta con un narrador que apostilla –con una buena dosis de ironía– lo que está sucediendo. El tempo de los diálogos es completamente fluido y las transiciones son impecables consiguiendo un efecto de inegración perfecta de las escenas.

  3. El atractivo de los personajes

    Todos los personajes –una madre enferma de soledad; un hijo poeta maldito; otro hijo genéticamente amoral; una hija profundamente desubicada– comparten el mínimo común denominador de un cierto desequilibrio mental y de una marcada desazón vital. Los personajes principales resultan reconocibles, podríamos incluso decir que son tolerablemente arquetípicos, pero ninguno está carente de sorpresa. Por otro lado, junto a los miembros de la familia y los sucesivos narradores, aparecen unos personajes secundarios fabulosos –estupendo el personaje del DJ– que se convierten en una verdadera fuerza impulsora de la trama.

  4. La narrativa

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    Foto: Flora González Villanueva

    Sería posible que el título despertase algunas reticencias. NadaRemón 1 hay menos motivador que enfrentarse a una dramaturgia de esas que, con la excusa de ser pedagógicas, se acaban convirtiendo en meras transmisoras del dogmatismo ideológico del autor. No van por ahí los tiros.  En «40 años de paz» hay un reproche para la inmoralidad del hermano facha, pero también para la inconsistencia del hermano poeta homosexual o, incluso, para la manía de la hermana –la tercera vía– de justificar su existencia a través de un maniqueo victimismo. Pero, junto con la amonestación, el autor también ha tenido una mirada benigna hacia todos sus personajes. Además, la dramaturgia está inteligentemente salpimentada de humor e ironía. Otro elemento que seduce al espectador es la magnífica creación de alguna de las escenas como la charla entre el DJ y Ricardo donde aflora el extraordinario y gogoliano relato onírico de la épifanía del DJ durante su asistencia a un funeral con la aparición de la enigmática y menuda señora costarricense portando una sandía (para mí uno de los momentos de mayor calidad literaria de esta dramaturgia).

  5. La interpretación y la dirección

    Pablo Remón vuelve a dirigir a los tres actores que ya estuvieron en «La abducción de Luis Guzmán» y a ellos se une la magnífica Fernanda Orazi. Los cuatro hacen un trabajo actoral muy afinado con las complicaciones inherentes al desdoblamiento en varios personajes. Todos merecen una sonora felicitación.  Destaco, por la filigrana de los matices, la precisa gestualidad y la vis cómica, el trabajo fascinante de Francisco Reyes. Asimismo, por lo bien ensamblada que se encuentra esta exigente maquinaria interpretativa y por los aciertos escénicos, creo que es de justicia felicitar a Remón también en su dimensión de director del montaje.

«40 años de paz», es un trabajo inteligente, bien armado, bien dirigido e interpretado y por eso necesariamente merece una larga temporada en alguna sala de referencia de  esta ciudad.


Ficha: 

Texto y dirección: Pablo RemónRemón 2

Intérpretes:

Francisco Reyes: RICARDO, el hijo mayor + NARRADOR 1 / EL GENERAL / MARCOS / CUIDADOR / CONSTANTIN

Fernanda Orazi: JULIETA, la madre + NARRADOR 2 / CAJERA / ALEXANDRA / VECINA
Emilio Tomé:  ÁNGEL, el hijo menor + DJ / NARRADOR 3 / PSICÓLOGO / LUIS MURILLO
Ana Alonso: NATALIA, la hija mediana + CRIS / NARRADOR 4

Ayudantes de dirección: Raquel Alarcón y Rennier Piñero
Producción: Silvia Herreros de Tejada
Iluminación y espacio sonoro: Eduardo Vizuete y David Benito
Escenografía y vestuario: CajaNegra TAM

FotografíasFlora González Villanueva

Dossier aquí.

Duración: 1:45 minutos.


Próximas funciones:

Jueves a domingo desde el 23 junio al 3 julio  en Teatro del Barrio.

Entradas aquí


El día 8 de febrero de 2016 tuve la oportunidad de charlar con Pablo Remón y Ana Alonso sobre en el programa Enunentreactoradio de José Antonio Alba y la presencia de la maravillosa Moira Lagarde.
Aquí el podcast de ese programa: Entrevista a Pablo Remón (a partir del minuto 00:36)

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Foto: Flora González Villanueva

Septiembre 2012 / agosto 2013. Un año de teatro. Miguel Pérez Valiente para Pastiche

Septiembre 2012/ agosto 2013. Un año de teatro. Miguel Pérez Valiente*

Artículo publicado el 5 de octubre de 2013 en el número 7 de  la revista Pastiche 

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Pastiche nº 7

 

La intención de escribir unas líneas sobre el curso teatral recién concluido obedece mucho más a un deseo de dejar testimonio de una experiencia en el plano personal que al propósito de elaborar un exhaustivo catálogo de las obras representadas en Madrid desde septiembre 2012 hasta finales de agosto pasado. Este recorrido no persigue hacer un sesudo tratado teatral ni un inventario de virtudes y calidades de la cartelera entre septiembre de 2012 y este pasado agosto. Se trata, más bien, de fijar en el papel algunas emociones, reflexiones y sucintas consideraciones, muy personales, ergo subjetivas, con el deseo de celebrar lo que ha sido, con todo el componente heroico que la precaria coyuntura económica conlleva, un muy provechoso año de teatro en la ciudad de Madrid. Asimismo este artículo rinde homenaje a esas salas y creadores que asumiendo no poco riesgo personal siguen por la gracia de su esfuerzo inundándonos de entusiasmo hacia la expresión escénica. Gracias a ellos que nos abren puertas mentales y nos reinfectan de ese transformador virus del teatro.

Faltarán en estas notas muchas de las obras que han despuntado ya que ni el espacio, necesariamente limitado, de este artículo lo permite, ni el autor de este compendio conoce toda la extensa oferta que se ha presentado en la ciudad durante este periodo ni pretende crear ningún tipo de jerarquía en método de exposición, por lo tanto, intentar elaborar un listado meticuloso y jerárquico sobrepasaría ampliamente el objetivo de esta reseña. El único criterio que interferirá con la libérrima potestad de la memoria, y esto sólo en contadas ocasiones, será el ánimo de destacar aquellos trabajos de notable calidad que por cualesquiera que sean los motivos entienda el autor que no han tenido toda la difusión que a sus méritos correspondía.

Madrid es Off

El curso recién terminado ha visto la absoluta consolidación del circuito Off madrileño. Por el número de salas abiertas, que a pesar de algún doloroso cierre, se ha visto incrementado en términos absolutos; por la variedad y la calidad de la oferta y, sobre todo, por la valentía, el empeño y la vocación de gestores, programadores, compañías, actores, directores, dramaturgos, etc., el Off se ha establecido como un verdadero motor de la vida cultural de la ciudad. Su dinamismo, su flexibilidad, la frescura de sus propuestas y la capacidad para atraer a talentos emergentes e integrarlos junto a valores ya consagrados supone un enorme valor añadido a la oferta de la escena madrileña.

A la cabeza de las salas alternativas se encuentra, en mi opinión, La Casa de la Portera verdadero buque insignia de este fenómeno y espacio imprescindible para entender qué es lo que se está cociendo en Madrid a nivel teatral. En apenas un año de existencia y con sólo dos temporadas a su espalda ha demostrado una especial lucidez a la hora de programar, consiguiendo atraer hacia su proyecto, en tan breve espacio de tiempo, a una pléyade de artistas como Paco Bezerra, Luis Luque, Carlos Be, Miguel Albadalejo, José Padilla, Francesco Carril, Denise Despeyroux o Rubén Ochandiano entre muchos otros, que evidencia la vitalidad creativa que, a pesar de todo, se está generando en los últimos años en nuestro país.

Sin embargo, este vigoroso estallido Off está lejos de ser patrimonio de un solo espacio, muchas otras salas con enorme tenacidad, oficio y grandes dosis de intuición siguen ofreciendo interesantes y muy trabajadas programaciones: Cuarta Pared, Sala Triángulo, Kubik Fabrik, Sala Mirador, Lagrada, Teatro Pradillo, Off del Teatro Lara, Nudo Teatro, Teatro la Puerta Estrecha, Sala Montacargas, La Usina, Azarte, Sala Tarambana o las nuevas y pujantes incorporaciones como El Sol de York, Teatro del ArteSala Tú y Nave 73 junto con encantadores teatros “joya” como los Teatros Guindalera o Tribueñe; espacios dirigidos a favorecer la creación artística como Draft.inn o Nuevo teatro fronterizo y escuelas de artes escénicas con programación propia como Bulubú y Plot Point, entre otras. En el reverso de la moneda hay que lamentar el cierre de algunas salas como el Teatro Arenal, el Arlequín y, muy especialmente, el querido Garaje Lumière cuya aportación ha sido fundamental para este despegue del circuito Off.

Quizá uno de las consecuencias más interesantes del acercamiento que propicia la mayor flexibilidad de la escena Off ha sido un contacto cualitativamente mucho más rico con las audiencias y una sensibilización por parte de salas y programadores sobre la importancia de mantener vías de comunicación con el público. A través de las redes sociales, blogs o revistas en línea se han ido articulando grupos de aficionados que desean tener una mayor implicación en el fenómeno escénico. Se trata de superar la antigua distribución de roles en la que únicamente se esperaba del espectador que comprase su entrada y aplaudiese al finalizar la función mientras que toda la iniciativa quedaba en manos de programadores, creadores y teatros. Cada vez más programadores desean recibir el feedback de sus audiencias no sólo en términos de resultados de taquilla o mediante estáticos “encuentros con el público” al final de la función; han entendido la importancia de ganarse la complicidad de los espectadores involucrándoles en sus proyectos incluso durante el proceso creativo. En este sentido, resulta especialmente interesante la iniciativa de algunas salas y teatros de acoger a espectadores activos durante los ensayos o sesiones de trabajo, algo que no sólo sirve para satisfacer la curiosidad de los espectadores sino que también pueden aprovechar los creadores para pulsar las impresiones de la audiencia incluso desde un estadio embrionario del proyecto. Por otro lado, la gran cantidad de blogs donde aficionados al teatro ofrecen sus críticas teatrales de manera amateur completa, por su visión  fresca y posición menos comprometida, complementan el interesante enfoque de las críticas profesionales.

Especialmente en un momento en el que más y más creadores se vuelven hacia el público demandando apoyo financiero para sus proyectos a través de iniciativas de crowdfunding o micro-mecenazgo es cuando se hace evidente que la correspondencia entre público e industria teatral es un  activo que no debe ser pasado por alto.

¡Goya!, ¡Goya!, ¡Goya!

Quizá si este fuera otro país, si España no fuera, en esencia, el mismo laberinto de trincheras y desconfianza del que Goya tuvo que exilarse, el genio de Fuendetodos sería hoy en día un personaje imprescindible en nuestras tablas. La encrucijada histórica que le obligó a posar sus pisadas de gigante en el traqueteante y siempre inestable puente de madera que separa a las dos Españas y su imaginación prodigiosa fruto de la cual surgió un universo iconográfico emborrachado de desencanto y sabia locura, habrían sido un fértil caño de fresca inspiración al que recurrieran sedientos autores de todas las generaciones. Pero, como digo, esto es España y la Historia nos interesa lo justo. Nos atrae si podemos utilizarla en nuestro argumentario político,  si la podemos arrojar a nuestro oponente como si de una bomba de racimo se tratara en el fragor del debate.  Pero su figura se salva de la manipulación por su extraordinaria dimensión que impide que pueda ser enarbolado como bandera de contiendas actuales. Goya es demasiado grande para ser encajonado dentro de los ínfimos compartimentos sobre los que se construyen las ideologías. Por eso ha sido extraordinariamente feliz que en este curso teatral hayamos tenido en Madrid no uno sino dos estupendos trabajos teatrales sobre la figura del genio:

En enero llegó al CBA, Sala Fernando de Rojas: El sueño de la razón de Antonio Buero Vallejo. Montaje dirigido por Paco Macià con Juan Meseguer en el papel de Goya. Completaban el reparto Eloísa Azorín, César Oliva, Toni Medina, Manuel Menarguez, Vicente Rodado y Verónica Bermúdez. Un montaje de la Compañía Ferroviaria de Artes Escénicas de una belleza plástica sorprendente que llegó a Madrid con incomprensible sigilo, lo que, según mi opinión, no favoreció que cosechase todo el éxito ni tuviera la potente repercusión que merecía. La encrucijada vital de Goya en las últimas semanas de tribulación antes de su salida de España se plasmarían en su Pinturas Negras que en esta producción adquieren la categoría de verdaderas visiones o ensoñaciones proféticas de un futuro incierto lleno de amenazas y peligros.

Una de las últimas obras que pudimos ver representadas en el lamentablemente desaparecido Garaje Lumière fue Lucientes, ¿sois almas en pena o sois hijos de puta? de la compañía La Intemerata Una propuesta llena de vigor y  contenido de Pilar Almansa con vibrante dirección de Rakel Camacho en la que se revisan, en clave actual, algunos de los elementos definitorios del capricho goyesco y del fértil e inquietante imaginario del genio.

Providencial inspiración

A Nuestra Señora de las nubes, de Arístides Vargas con dirección de Lino Ferreira, llegué de una forma algo casual. De hecho, fui a Matadero -en uno de cuyos espacios estaba programando Kubik Fabrik durante las obras que tuvieron lugar en su sede- con la intención de asistir a otra función que se representaba en el recinto. Al darme cuenta de que ese día se presentaba la última función de Nuestra Señora hice un cambio de planes sin más motivo que el de seguir el mandato de uno de esos raros pálpitos que, de improviso, nos inclinan hacia una hermosura que intuimos pero de la que no tenemos ninguna certeza.  Y así fue como el disfrute fue mayor porque en esta afortunada ocasión la belleza de un texto impregnado de poesía y la eficaz interpretación fueron aliadas de la sorpresa de un descubrimiento inesperado.

En este montaje de El Óbolo Producciones, dos exiliados -Inma Nieto y Julio Cortázar-  intentan reconstruir la desvaída memoria de su pueblo, aunque ésta, como precioso paño agostado de tiempo y distancia, se halla deshilachada de su urdimbre. En el proceso de recomposición del tejido emocional de los desubicados aparecen variados y carismáticos personajes construyendo un espacio mágico en el espectador, que ignora cuánto hay de realidad y cuánto hay de recuerdo procesado. La exigencia para los intérpretes es máxima y es de ley manifestar que tanto Inma como Julio pasan la prueba sobrados de talento e inspiración.

El ocaso de los buenos

Una de las propuestas más interesantes de la XIII Edición del Festival Escena Contemporánea fue la que nos trajo la compañía valenciana El Pont Flotant, un trabajo coral de título Algunas personas buenas que pudimos ver en el Teatro Lagrada. La obra está planteada como un extenso flash forward que nos trasladará al tiempo de la vejez de los propios miembros de la compañía teatral, a saber, Àlex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons.

En la edad del desarraigo vital, desasistidos de fuerzas y cuando la certeza del inminente derrumbe cristaliza en una desconfianza que como un extenso queloide se instala bajo la ajada piel, estos ancianos, cuyo universo se ha reducido a las cuatro paredes de un bar tan desvencijado como sus olvidados proyectos de juventud, se inflaman de un último y acuciante deseo de dar a esta sociedad enferma un último trabajo que tal vez les redima de todas sus deserciones. Los espectadores podrán acompañarles en el proceso de creación de su canto de cisne. Este último viaje permitirá a los actores realizar un prodigioso despliegue de recursos interpretativos y demostrar su absoluto control del teatro físico. Reflexiones, teñidas de melancolía, sobre la incoherencia entre nuestro discurso y nuestras acciones, sobre el efecto devastador del paso del tiempo sólo levemente mitigado mediante grandes dosis de ironía y humor y sobre la necesidad de sobreponerse a las propias convicciones para poder seguir existiendo. Despojados de discursos y banderas, de proyectos e ideales, emergen, en la fragilidad de un tiempo que se acaba, cuatro personas buenas.

El laberinto de la memoria

La producciones propias del Teatro Guindalera ofrecen unos estándares de calidad tanto a nivel de elección de textos como a nivel  interpretativo tan extraordinariamente altos que hacen que, desde cualquier punto de vista, esta querida sala madrileña sea imprescindible para cualquiera que viva en la capital o se acerque a ésta con la loable intención de ver buen teatro.

La gema que nos han ofrecido esta temporada El Fantástico Francis Hardy curandero es un hermosísimo texto de Brian Friel que fue presentado con la delicada y preciosista dirección de Juan Pastor y las memorables interpretaciones de Bruno Lastra, María Pastor y Felipe Andrés. Un montaje estructurado en cuatro brillantes monólogos en los que tres personajes narran, sin correspondencia cronológica, los mismos sucesos. Además de la dislocación espacio-temporal, cada personaje contará su versión de los hechos desde el condicionamiento de su propia herida. Francis Hardy se debatirá en la duda sobre la posibilidad de su don sanador; Grace dará testimonio de su profunda decepción por el siempre vacilante afecto de Hardy y Teddy, en una asombrosa escena, resolverá alguna de las claves de la pareja al mismo tiempo que hará una afiladísima reflexión sobre los vínculos entre el talento y la inteligencia.

Acudí a esta función en tres ocasiones y en todas ellas salí conmocionado porque el texto incita a la reflexión sobre unas cuestiones de enorme calado vital como la posibilidad del amor, la utilidad del talento o la ilimitada capacidad para decepcionar que tenemos los seres humanos.  Sería un extraordinario regalo volver a ver este montaje que aún tiene mucho que ofrecer.

Por otro lado, muy pronto podremos disfrutar del nuevo montaje de esta sala, Duet for one de Tom Kempinski. Una obra inspirada en la vida de Jacqueline du Pré con dirección de Juan Pastor.

Tratado sobre la destrucción de la belleza

Dentro de la programación de la trigésima edición del Festival de Otoño a Primavera pudimos disfrutar en Teatros del Canal de la propuesta de la autora, directora y actriz, Angélica Liddell, Ping Pang Qiu una producción de Iaquinandi S.L. en coproducción con Comédie de Valence, Centre dramatique national Drôme, Ardèche y Festival Temporada Alta 2012. Una maravillosa reflexión en clave documental sobre la destrucción de la expresión artística en aras de la consecución de objetivos políticos y doctrinarios. Un tema especialmente interesante para un país como el nuestro donde la imposición de la ideología ha sido siempre un asunto más acuciante que la preservación de las creaciones artísticas y culturales acumuladas durante siglos.

A través de una exposición profundamente poética Angélica Liddell relata la sistemática destrucción de la milenaria cultura china durante la era de oscuridad histórica que irónicamente vino a llamarse “Revolución Cultural”. Este infame episodio sirve a la autora de excusa para reflexionar sobre la fragilidad de la creación artística: Destruir un texto sublime se puede hacer con un gesto tan sencillo como lanzar un libro al fuego.

Asimismo durante el montaje aflorarán algunos de los fantasmas y fetiches de la difícilmente clasificable creadora a la que afortunadamente podremos volver a ver en Madrid -una vez más en Teatros del Canal- en la XXXI Edición del Festival de Otoño a Primavera con su nuevo trabajo, Todo el cielo sobre la tierra.

Ellas crearon y siguen creando

Por supuesto, el gran bombazo a nivel de teatro clásico de la pasada temporada ha sido el sensacional montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico La vida es sueño en versión de Juan Mayorga con dirección de la propia directora de la Compañía, Helena Pimenta, y con una impresionante Blanca Portillo en el papel de Segismundo. Poco se puede añadir a lo muchísimo que se ha dicho ya de este enorme montaje que desde el minuto uno gozó merecidamente de la más entusiasta respuesta del público. Además, a partir del 19 de marzo y hasta el 20 de abril de 2014 volverá a estar en cartel en el Teatro Pavón sede temporal de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

Es precisamente Fernando Sansegundo,  quien en la  La vida es sueño interpretó el papel de Clotaldo, el autor y director de un interesantísimo trabajo sobre tres creadoras en lengua española que fue otra de los regalos de la temporada. Barrocamiento aprovecha los habituales prodigios que se producen en la noche de ánimas para traer al presente a Sor Juana Inés de la Cruz, María de Zayas y Feliciana Enríquez oportunidad que las tres autoras  utilizan para hacer el panegírico de su vida y obra.  Un trabajo delicioso en el que se enredan a placer el verso de Sansegundo y el de las tres notables escritoras. Una propuesta necesaria, llena de lirismo y de humor inteligente que nos contagia del pálpito creador de estas mujeres que, no sin gran sacrificio personal pudieron sobreponerse a los dictámenes de una sociedad que las relegaba al matrimonio o a la vida consagrada.

La ordenadora de las palabras y el talento desbordado

Enlazando con lo que se comentaba al principio de este apartado sobre la figura de Goya y a la vista de la secular predilección que tenemos en esta nación para olvidar a nuestros ilustres, la obra El Diccionario de Manuel Calzada Pérez con dirección de Juan Carlos Plaza y rotunda interpretación de Vicky Peña en el papel de una de las intelectuales más desconocidas de nuestra historia reciente, María Moliner, fue una gratísima sorpresa y una enorme acierto de programación del Teatro de la Abadía que confió en un autor novel y en un texto inédito. Un texto de una calidad sobresaliente que no sólo rehabilita a María Moliner como la extraordinaria intelectual que fue -incluso si se hubiera quedado en el formato documentalista hubiera sido interesante-, pero lo extraordinario de esta dramaturgia es que, además, nos ofrece el semblante humano de la protagonista en el que descubrimos a un ser lleno de humor, de humildad y de fragilidad. Una mujer que también sufrió la discriminación por razón de su sexo siéndole negado, a pesar de su monumental trabajo, el ingreso en la Real Academia de la Lengua Española. Poco habían cambiado las cosas desde la época de las heroínas de Barrocamiento. Una función interesantísima de inesperado aprovechamiento tanto a nivel estético como intelectual. Una obra necesaria que afortunadamente será rescatada para la programación de la temporada que ahora empieza y que por lo tanto recomiendo encarecidamente.

Otro de los regalos que nos hizo el Teatro de la Abadía en esta temporada recién concluida fue la programación de dos trabajos de Miguel del Arco que, a pesar de tratarse de sendas reposiciones, han sido recibidos por el público con el entusiasmo de los estrenos. Por un lado El juicio a una zorra y por otro la portentosa Función por hacer. De nuevo hay poco que añadir a la abrumadora avalancha de elogios que recibió esta versión libre de del Arco de Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello. Personalmente creo que La función por hacer es una máquina de crear afición teatral, una clase magistral de dirección de actores y, en fin, un trabajo épico que estará en los anales de la escena madrileña como uno de los más preclaros exponentes de la fuerza expresiva del género escénico. Miguel del Arco prepara en estos momentos su nuevo trabajo El misántropo que promete ser una de las grandes propuestas de la próxima temporada.

Un acontecimiento extraordinario

La adaptación que hizo Luis Luque del Diario de un loco de Nikolai Gógol, extraordinariamente interpretada por José Luis García-Pérez, fue, sin ningún lugar a duda, uno de los hitos de la temporada. La firmeza con la que Luque asió al inquietante personaje de Gógol trasladándolo  con brazo firme por el camino de la poesía desde el amenazante territorio de la esquizofrenia hasta los dominios de la vulnerable docilidad es el valor añadido que consiguió que este cuento desasosegante resplandeciera durante una representación que gracias al oficio del actor  estuvo cargada de intensidad emocional y matices líricos. La sencilla pero siempre evocadora escenografía completó el panorama de una función mágica cuyo regreso a los escenarios será entre el 18 de octubre y 17 de noviembre en Las Naves del Matadero.

El mandato de la ternura

Otro de los regalos de esta temporada ha sido la reposición de obra Muda de Pablo Messiez programada esta vez en el Sol de York. Messiez es sinónimo de emoción, de disparo al corazón, de belleza doméstica y poesía cercana. Cuando su lírica se combina con el nervio de artistas como Fernanda Orazi, Marianela Pensado y Óscar Velado surge un explosivo cóctel molotov que los actores no dudan en lanzar hacia el patio de butacas. Como espectador uno siente que la piel se somete al impacto de las palabras y deja paso franco hacia las entrañas que se encogen estremecidas. Obviamente cuando uno prueba esa droga quiere más por eso espero ansioso el estreno de su próximo trabajo Las Palabras que en madrid llegará a la Sala Cuarta Paredy el “Mes Messiez” programado en la Sala Mirador.

Memoria Histórica

Hace apenas unas semanas tuvimos la oportunidad de disfrutar en la sala Nave 73 del montaje de Alba Valldaura, La Iaia, memoria histórica un delicioso relato familiar e intimista donde la polivalente actriz encarna, entre otros personajes, a su propia abuela y le da la voz que ella ya no tiene para así narrar una serie de experiencias vitales, recuerdos y anécdotas cargadas de emoción, ironía y no poco sentido del humor. La artista catalana realiza un despliegue apabullante de recursos interpretativos y demuestra una precisión y un talento que merecen una cuidadosa consideración por parte de los programadores madrileños.

 

Crónica de «Muda» de Pablo Messiez

Muda

‎Muda‬, para mí, es la confirmación de que el teatro de Pablo Messiez debería clasificarse como un subgénero propio llamado el «Teatro del consuelo» porque en sus propuestas no hay ni rastro de personajes, lo que el espectador ve en escena son «Personas«, seres cargados de humanidad que, como en esas láminas de libros de medicina, se nos presentan sin piel para que podamos ver lo que hay en su interior. Cuando siendo más joven veía esas ilustraciones siempre me producían fascinación porque hallaba sorprendente que mi anatomía interna fuera tan colorida y complicada y estuviera compuesta de tantas piezas extrañas ensambladas en mis oquedades en ese organizado desorden con el que se apilan los trastos viejos en un desván.

Messiez me hace sentir así de extraño, como si observara un dibujo de algo ajeno que sorprendente está hecho de cosas que también reconozco en mí. Veo los sentimientos de sus criaturas con la curiosa mirada de un estudiante de medicina y de bajito en la cabeza me voy oyendo decir medio excitado: ¡Ese soy yo!, ¡ese es también mi dolor!: Soy ese que sigue buscando un afecto que le falta, soy ese al que le cuesta abandonarse al sueño si está solo, soy el que a veces encuentra inútiles las palabras, soy el que casi siempre no puede parar de hablar, soy el que intenta dar apoyo y el que necesita tanto ser apoyado, yo también soy el herido.

El teatro de Messiez -parafraseo aquí a uno de sus personajes-, es como ciertas canciones, que son capaces de trasmitir lo que uno quiere expresar pero haciéndolo de una manera mucho más hermosa.

Con respecto a sus actores quiero aquí ser muy comedido e invocar a la prudencia por no parecer un mitómano desequilibrado. Diré simplemente que cumplen a la perfección la tarea que les ha sido asignada: dejarse abducir por los seres buenos y anhelantes que ha imaginado el autor. Me los creo y me conmueven desde el minuto uno, hablan mi mismo idioma emocional y son, por tanto, también un poco de mí mismo.

Si tenéis la oportunidad de ver esta propuesta no la perdáis. Os aseguro que os vais a reír, os vais a emocionar y, sobre todo, vais a salir consolados y quién sabe si también acrecentados y perfeccionados en vuestra humanidad.

Dramaturgia: Pablo Messiez
Director: Pablo Messiez
Reparto: Fernanda Orazi, Marianela Pensado, Óscar Velado
Diseño de iluminación: Paloma Parra

Crónica de «Los Ojos» de Pablo Messiez

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En el marco del Ciclo dedicado a Pablo Messiez el Centro de Nuevos Creadores Sala Mirador repone la maravillosa «Los ojos» de Pablo Messiez.

El conmovedor texto del actor, autor y director argentino Pablo Messiez -inspirado en la Marianela de Galdos- golpea al espectador de tal forma que aún días después de asistir a la representación es posible que no haya desaparecido la turbación al igual que persiste durante semanas la sordera que provoca una explosión. Es un trabajo hermosamente poético en el que los seres humanos que lo habitan son retratados despellejados, individuos en carne viva sometidos a una inundación de emociones que afloran desde el interior con la voluntad desatada del torrente que surge entre las rocas. Resaltaría por un lado la belleza formal de cada párrafo y, por otro, la increíble pericia para desentrañar las emociones, no siempre nobles, a veces disparatadas, pero también muchas veces generosas, que anidan en el interior del corazón humano.

A la Nela de Marianela Pensado uno desea poder abrazarla, intentar -vanamente- consolarla con inverosímiles palabras de esperanza. Hay algo de animal tozudo y tierno en la maravillosa construcción de ese personaje -tan probable como desafortunado- que, con la cálida viscosidad del alquitrán caliente, se enrosca en el recuerdo sin que sea posible retirarlo.

 Óscar Velado y Violeta Pérez también extraordinarios en ese Pablo de ojos cerrados y en esa Chabuca sanadora tan contagiada de la melancolía de los más queridos personajes del realismo mágico.

Lo de Fernanda Orazi , revestida de Natalia, sólo puede ser calificado como injusto. ¿Qué otro adjetivo se le podría dar? Nos pasamos la vida intentando conmover a los demás, de hecho las más de las veces, nos conformamos con conseguir de los otros un poco de comprensión, ¿comprensión o compasión?, bueno, tal vez sean grados diferentes del mismo sentimiento. Nos pasamos la vida, digo, intentando ser capaces de apelar a la emoción del otro, y todo nuestro esfuerzo, en la mayoría de las ocasiones, apenas consigue arrancar un gesto protocolario, la mejor de las veces, un ensayado y frío signo de estéril aprobación o fugaz empatía.

Entonces, llega la Orazi encarnado a esa Natalia peregrina, y con esa mirada de chica traviesa te dice: «Aprende, pequeño, vas a ver cómo funciona esto del corazón» y compruebas con espanto que sus lágrimas fingidas son mucho más tristes que las más tristes de tus lágrimas nacidas en lo más herido de tu corazón. De hecho, uno se siente culpable por haber llorado alguna vez sin que fuese para compartir su pena de farsa teatral. Pero ¿cómo no creer esa tristeza? si ves que toda la sala responde a su lamento al unísono, con igual respetuosa congoja. ¿Cómo podríamos dudar que realmente se está apareciendo un santo en lo alto de una encina si todo el pueblo arrodillado en torno al árbol lo está viendo y casi tocando?

Su risa, que da lustre a esos ojos de oscuridad misteriosa, es justo la letal alegría embaucadora con la que has querido reírte delante del ser amado consciente de que esas carcajadas funcionaran mejor que el mejor filtro de enamorados. Toda la sala se ríe, y tú con ellos ríes igualmente, aunque lo haces con la dócil servidumbre del que acepta ser hipnotizado.

El desquicie mental de Natalia resulta una locura elegante, digna de ser preservada en los libros de historia, el magnético desequilibrio de un héroe clásico, el paradigma en el que se compararan las locuras de todos los notables.

Por supuesto, la seductora no está sola, la fórmula del hechizo que está usando se la ha dado Messiez con un texto lleno de misiles lanzados al centro regulador de nuestras emociones. A veces, durante la representación, se sienten deseos  de levantarse y denunciar a gritos: «¡Lo que estás diciendo es un sentimiento que me has robado!, ¡es un sentimiento MÍO!». Pero es incluso más desconcertante cuando al trasmitirte una emoción, que estás seguro no haber experimentado jamás, por arte de su buen oficio y del potente conjuro del mago Messiez, descubres que ese sentimiento ha estado siempre escondido en tu corazón y sólo ahora, cuando ella te lo ha arrebatado para sí, te das cuenta de su existencia, justo para poder lamentar su pérdida.

Lo de Fernanda Orazi es injusto, en fin, porque dar tanto poder a uno solo para conmover, para hacer soñar, para inundar de desesperanza, mientras a tantos nos ha sido negado incluso una pequeña fracción de esa magia no puede ser razón de justicia.

Por supuesto, acabado el ensueño, sólo procede, humildes, dar las gracias, a Pablo Messiez y a todo este equipo por habernos hecho sentir. Sentir que estamos vivos, sentir que nuestras lágrimas, nuestras risas, y nuestro anhelo de ser amados son también las lágrimas, risas y anhelos antiguos de los que estuvieron antes, las lágrimas, las risas y los anhelos frescos de los que están aquí, en Tucumán e incluso en Moscú y las lágrimas, risas y anhelos de aquellos que llorarán, reirán y anhelarán ser amados cuando nosotros ya no estemos. Gracias, de nuevo, por hacernos sentir.

El único pero, en mi opinión, de este montaje imprescindible es que las propuesta de Pablo Messiez que siempre en lo actoral y lo textual son impecables, adolecen de cierta dejadez en lo escenográfico, un aspecto que Messiez trata siempre con excesiva sobriedad. Una presentación más cuidada de elementos técnicos como escenografía, iluminación y vestuario añadirían atractivo formal a este emocionante trabajo.

FICHA ARTÍSTICA

Inspirada en la novela ‘Marianela’, de Benito Pérez Galdós.

Dirección: Pablo Messiez

Intérpretes: Fernanda Orazi, Marianela Pensado, Violeta Pérez y Óscar Velado.

Centro de Nuevos Creadores. Sala Mirador

Del 7 al 18 de mayo

Jueves, viernes y sábado 20 horas; domingo 19:30h.

Entradas haz clic aquí

Crónica de «La Realidad» de Denise Despeyroux

 

la realidad

La Realidad” es un proyecto fruto de la colaboración entre la dramaturga uruguaya, Denise Despeyroux y la actriz y directora argentina Fernanda Orazi, ambas, para fortuna de nuestro panorama escénico, afincadas en España hace muchos años.

Lo primero que llama la atención de esta propuesta es la originalidad del montaje: Dos hermanas gemelas, ambas interpretadas por una potentísima Orazi, se comunican a través de Skype. A una, Andrómeda, la tenemos en escena y a la otra,Luz, la vemos en la pantalla donde se reproduce la videoconferencia. Una se encuentra, tanto en lo físico como en lo mental y emocional, en las antípodas de la otra. Últimamente sus conversaciones a distancia son frecuentes, están preparando algo…

En los escasos minutos que uno tarda en meterse en la trama es inevitable preguntarse por las dificultades que habrá supuesto para la actriz y para la directora no sólo interpretar a los dos personajes sino estar en escena al mismo tiempo con ambos; conseguir que el diálogo entre la actriz de carne y hueso y la actriz grabada fluya con naturalidad, que las réplicas estén siempre ajustadas y hacer, en fin, que toda la maquinaria funcione con precisión. Por supuesto, este “más difícil todavía” se puede hacer con una actriz de la capacidad de Fernanda Orazi, a otros creadores, que se sientan tentados de semejante aventura, les podríamos hacer la advertencia televisiva: “Esta representación es potencialmente peligrosa y está hecha por especialistas, no intenten reproducirla en sus obras”.

Con respecto al texto hay que decir que resulta interesante, muchas veces se vuelve muy divertido y, a en no pocas ocasiones, alcanza momentos de gran belleza lírica. En contrapartida algunos de los interrogantes del planteamiento original de la obra quedan inconclusos lo que provoca un poco de frustración en el espectador.

Quizá, en la construcción de los personajes se haya hecho un mayor hincapié en favorecer que estos tengan la oportunidad de expresarse mediante frases hermosas, conmovedoras reflexiones o divertidas ocurrencias, que en intentar explicar el porqué del desenlace. Esa exigencia de lucimiento expresivo hace que en algún momento los personajes de las hermanas adolezcan de cierta falta de coherencia.

Por otro lado, la reflexión sobre la realidad, que planteaba el montaje, el análisis de la forma en que cada uno la gestionamos o el estudio sobre cómo podemos imitar a alguien por dentro, queda bastante diluida, por lo que al final de la función nos preguntamos ¿Cuál era el mensaje? ¿Hemos llegado realmente a donde nos ha prometía este intrigante planteamiento?

Los personajes que no aparecen pero que son mencionados por las hermanas han sido dibujados con pinceladas de trazo grueso ya que prácticamente lo único que conocemos de ellos son sus encantadoras extravagancias. Las anécdotas sobre ellos son muy divertidas y funcionan realmente bien, siendo uno de los mayores alicientes de esta propuesta. De hecho, estos personajes apenas nombrados resultan tan atractivos que la información que de ellos recibimos se antoja demasiado sucinta para poder imaginarlos en su exótica complejidad y, aun menos, para conseguir entender el origen de los conflictos que se presentan durante la obra que han provocado que una hermana se haya mudado a la otra parte del mundo y que la otra se sienta infravalorada.

Con respecto a las hermanas tampoco presentan, a lo largo de la función, unas personalidades completamente estables. En un primer momento una de las ellas muestra rasgos marcadamente neuróticos mientras que, en oposición, la otra parece disfrutar de cierta estabilidad, pero, al avanzar la trama, se rompen estos esquemas sin que se entienda totalmente el origen de esta evolución más allá de, quizá, para permitirles desplegar su capacidad de enunciar frases chocantes a la una -muy divertida la narración de la experiencias psicotrópico-hinduistas de Luz– y sentencias de gran belleza a la otra “amar, como se ama a los muertos”. Las opciones para el lucimiento de la actriz son muchas y, para disfrute del público, Orazi las aprovecha todas.

La obra, según ha comentado la autora, fue escrita con gran rapidez para presentarla en la primera edición del Festival FRINGE (2012) de Madrid pero posiblemente volvamos a ver a esta peculiar familia en un futuro proyecto de Denise Despeyroux que podría llevar el sugerente título de “Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales” -de nuevo una frase contundente llena de lirismo-. Tal vez entonces podamos saciar nuestras ansias de conocer más sobre la vida de las hermanas y la de su familia.

En resumen, un propuesta muy interesante que gustará a todos los que disfrutan de una buena interpretación, de hecho esta es una interpretación sobresaliente, y que encantará a todo ese público que conecta especialmente con los códigos del teatro de las emociones, el diálogo fluido y el humor inteligente.

Reparto:
Fernanda Orazi

Dirección:
Denise Despeyroux

Vídeo:
Bokeh Artes Audiovisuales

En septiembre 2013 en la Sala Triangulo de Madrid